En torno a una noticia que seguramente en los periódicos ocupó apenas un breve en la esquina de una página, el uruguayo Claudio Burguez construye todo un poemario: un perro maltratado que viajaba desde Málaga a Düsseldorf, donde lo esperaba su familia de acogida, desapareció en el aeropuerto sin dejar rastro.

El sucedido seguramente ni siquiera mereció el seguimiento de la prensa: ¿qué pasó con ese perro? ¿Cómo pudo desaparecer? ¿Se reunió finalmente con sus dueños? Pero además de dar pie al excelente título de este libro, Perro de aeropuerto, da también la tonalidad por la que transcurren los poemas, muchos de los cuales son pinceladas u observaciones de una cotidianeidad diminuta pero a las que puede encontrárseles un sentimiento trágico, si se las mira con la adecuada perspectiva.

Perro de aeropuerto se publica ahora en España gracias al buen hacer de Ediciones Liliputienses, pero su primera edición fue en 2011, en Montevideo. Sin embargo, esta espera hasta poder disfrutarlo a este lado del charco no le ha perjudicado nada, y los versos de Claudio Burguez suenan sorprendentemente actuales. De hecho, en sus versos hay la contundencia de los poemas que ahora tanto proliferan en las redes sociales, aunque en este caso el autor asimile el impacto y la fuerza de estas creaciones y eluda la vacuidad de muchos poetuiteros cuya gloria no puede ir más allá de las redes.

Al fin y al cabo la poesía de Claudio Burguez, impulsada por una expresión que se apoya en la inmediatez de la palabra y la imagen destellante, se asienta en un desasosiego existencial que ya padecían los más ilustres poetas románticos. Si a ello se le suma una visión cáustica que se posa sobre cualquier detalle que quede al alcance del poeta, el resultado es este poemario, capaz de proponer tanto hermosos fracasos de vivir como líneas repletas de ternura.