A lo largo de 30 años y seis novelas, algunas de ellas tan celebradas como La biblioteca de la piscina y La línea de la belleza, el británico Alan Hollinghurst ha hecho algo parecido a un retrato sofisticado de la vida gay a lo largo del siglo XX. Lo dice en Barcelona, donde presentó El caso Sparsholt, saga familiar con título a lo Agatha Christie y enigma incluido que retrata seis décadas de historia inglesa a partir del Blitz -cuando las V1 de la aviación nazi se abatían contra Londres- servida con su irónico talento literario habitual.

Hollinghurst, que fue profesor en Oxford, ambienta en esa atmósfera universitaria la primera parte de su novela retratando, entre otras muchas cosas, el miedo de la población a ser vencida durante los primeros años de la guerra. «Era un momento especial en el que el temor a morir despertaba la carga erótica. Las luces tenían que estar permanentemente apagadas a partir de una hora determinada y eso marcaba las relaciones», explica.

FRESCO HISTÓRICO

El caso Sparsholt comienza en octubre de 1940, cuando llega como estudiante a la elitista universidad de Oxford el apuesto David Sparsholt, que aunque no pertenece a la clase alta traba amistad con un grupo de jóvenes de posición más elevada que habían montado un club literario al que pretendían invitar a reputados escritores, como Orwell, Stephen Spender, Rebecca West o el padre de uno de ellos, A. V. Dax.

Su hijo, Evert Dax, será uno de los amigos que se sentirán atraídos por el magnetismo de Sparsholt, en una época en que la homosexualidad debía vivirse en la clandestinidad.

A partir de este punto de partida, la novela de Hollinghurts recorre más de medio siglo de vida británica y llega hasta nuestros días a través de tres generaciones, componiendo en conjunto un fresco histórico.

El escritor -modales exquisitos y aspecto de saber algo divertido que no va a compartir con su interlocutor- dice haber concebido esta novela con la misma indefinición que tiene la vida. Por eso exige al lector que complete lo no dicho en los distintos saltos temporales del relato: «Hay muchas cosas que la realidad no explica y me gusta que mi novela se comporte así, con la misma capacidad de sorpresa que te ofrece la vida. Lo que me gusta es la idea de un asunto enterrado que al cabo de un tiempo sale a la luz y no quería que quedara excesivamente explicado».

Admite el autor que todo lo que se cuenta directamente en la novela y permanece oculto para el lector pueda estar vinculado al viejo tema de la homosexualidad vivida en el secreto de la intimidad. «Es cierto que la vida gay en la sociedad y en la literatura han ido saliendo a la luz de manera paulatina porque cuando la vida homosexual era algo que, sencillamente no se podía tener públicamente, cualquier cosa que saliera a la luz se convertía en un escándalo sujeto a escrutinio y análisis por parte de los tribunales y la prensa». De hecho, el escritor se siente más interesado por el pasado que por el presente porque el antiguo secreto y la ilegalidad que rodeaban esa condición sexual la hacen más fascinante comparada con el momento actual: «Hoy la intimidad se exhibe en las redes, todo se puede decir y esos cambios me parecen muy interesantes».

ANTES DEL 'BREXIT'

El caso Sparsholt empezó a escribirse cuando nadie en Gran Bretaña sabía qué narices significa la palabra brexit, así que no se espere encontrar en la novela ninguna clave de cómo se ha podido llegar socialmente a esa fobia europeísta. El autor desea con todos sus fuerzas que finalmente esa salida no se produzca y así que casi se felicita por no haber anticipado nada de esa efervescencia ultranacionalista en su obra. «He preferido hablar del sexo, la amistad y el arte sin pretensiones que hacer el retrato del Estado de la nación».

Ríe cuando se le pregunta si se siente identificado con la frase de la faja del libro que define su trabajo como puro british. «Jamás he pretendido erigirme como un historiador sistemático. Me falta pretensión de objetividad para ello, pero, sí, Gran Bretaña ha sido para mí el tema constante de todos mis libros».