El rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza resultó triunfador ayer en la primera corrida de la feria de Tarazona tras cortar dos orejas a su primer toro y una más al cuarto de la tarde. Con algo menos de media plaza se lidió un lote de José Rosa Rodrigues que, en líneas generales, posibilitó el lucimiento aunque adoleció de falta de fuerzas y, en algún toros como el segundo, de la presencia mínima exigible.

Después de más de un siglo celebrando toros en un coso permanente (desde 1870 concretamente), el público recelaba de la plaza portátil y, como arrastre emocional, de la composición de los carteles. Nada que reprochar a una terna en la que el mejor rejoneador de todos los tiempos accedió a anunciarse marcando con su magisterio un festejo en el que el público, además muy afectado por las elevadas temperaturas, no entró en el espectáculo hasta el cuarto toro.

Mendoza no reservó a sus estrellas. Espectacular Disparate, ajustadísimo Pirata en su primer toro, marcó el cénit de su actuación a lomos de Baco, un tordo que citó de modo escalofriante en estático al tiempo que flexionado sobre los posteriores arrancando solo cuando el toro inició su envite. Un portento.

Manuel Manzanares, muy al hilo de los cánones hermosianos, se mostró muy solvente en el sexto, al que lidió de modo tremendamente inteligente, haciéndolo mejor de lo que era. El rejón de muerte defectuoso y los dos descabellos dejaron en vuelta lo que hubieran sido dos orejas. Antes impactó con un elegantísimo Tomatito, un caballo señorial y templadísimo, de ensueño.

Y Sergio Domínguez entre medio de ambos, voluntarioso, cortó la oreja del quinto con el festejo ya lanzado tras una labor discreta en su primero.