Las artes escénicas y todo el tejido cultural van a jugar un papel fundamental en este tránsito hacia la llamada nueva normalidad. Hasta que las diferentes disciplinas no recuperen su vida 'precovid', los ciudadanos seguirán observando la realidad con cierta extrañeza y excepcionalidad. La clave ahora es saber cuánto tiempo tendrá que pasar para que eso suceda, pero el sector es muy consciente de que el movimiento se demuestra andando. Muchos agentes ya se han puesto en marcha, devolviendo a la capital aragonesa parte de su alma y su esencia. Durante el estado de alarma, por ejemplo, Zaragoza perdió su duende flamenco, un arte muy asentado desde hace años en la ciudad.

Su escena no ha dejado de crecer de un tiempo a esta parte, pero hay nombres que en la capital del Ebro ya se relacionan directamente con el flamenco. Alejandro Monserrat y Nacho Estévez 'El Niño' son uno de ellos. Ambos artistas reabrieron su escuela -la primera especializada en flamenco que subió la persiana en Zaragoza en el año 2009- el pasado 22 de junio y ya han realizado algún bolo. Con su vuelta, la ciudad recupera parte de su duende y mira al futuro con más alegría.

«Saldremos de esta, pero quizá tengamos que reinventarnos. En el ámbito académico, por ejemplo, deberemos explorar más el camino de las claes 'online'», subraya Estévez, que destaca que en el sector ya están acostumbrados a adaptarse a las circunstancias adversas. «Para muchos artistas, vivir solo de los conciertos es casi imposible. Nosotros nos dimos cuenta hace años, por eso decidimos diversificar y montar la academia», apunta Monserrat.

Con la llegada de la pandemia han visto claro que debían seguir recorriendo ese camino y ahora están trabajando en el lanzamiento de una app para enseñar guitarra flamenca. «Queremos lanzarla a nivel mundial; aún no sabemos cómo funcionará, pero tenemos que movernos y no cejar en el empeño», señala Estévez.

Ambos guitarristas saben bien lo que es no poder vivir solo de su pasión. Al principio de sus carreras y antes de abrir la escuela, los dos tuvieron que trabajar en varias empresas del metal para poder llegar a fin de mes. «Es la pescadilla que se muerde la cola porque si no se apoya a la cultura al final muchos artistas acaban tirando la toalla», lamenta Monserrat.

Durante la pandemia, los fantasmas de esa época volvieron e incluso algunos días llegaron a pensar que la crisis sanitaria iba a poner en serio riesgo su escuela y su carrera, pero poco a poco empiezan a ver la luz al final del túnel. «Ya van saliendo algunos bolos, aunque pasará tiempo hasta que la incertidumbre se pase», comenta Monserrat, que reconoce la amplia escena flamenca que hay en Aragón también puede ayudar a que la recuperación sea más rápida. «Recuerdo hace años que en un febrero llegaron a celebrarse 47 conciertos de flamenco en Zaragoza; lo contábamos en Andalucía y no se lo creían», apunta Estévez, que ha colaborado con artistas como Bunbury, Navajita Plateá o Elefantes.

Hasta el mes de agosto, ambos artistas tenían programadas una decena de actuaciones por la comunidad. Todas ellas se han suspendido debido a la pandemia. «Por suerte las han decidido aplazar y no eliminar directamente, pero aún no sabemos cuándo se podrán celebrar», indica Monserrat. El guitarrista ya tocó el pasado 6 de julio en la plaza de toros de Alagón y el próximo 6 de septiembre estará en el museo Pablo Gargallo. «Se hace muy raro tocar con toda la gente separada, pero de alguna forma hay que empezar», añade.

En clase con mascarilla

Las medidas de prevención también han llegado obviamente a su academia. Desde su reapertura, algunos alumnos han vuelto, sobre todo en formato de clase particular, pero otros han preferido esperar a septiembre. «Ya veremos cómo evoluciona todo tras el verano, nosotros vamos a cumplir con todas las medidas para transmitir seguridad a la gente», subraya Estévez, que actualmente se encuentra de baja por paternidad.

Durante el estado de alarma, ambos artistas, que están dados de alta como autónomos, han cobrado el cese de actividad, lo que les ha permitido capear el temporal. «Hay gente que piensa que los artistas somos unos 'rara avis', pero no somos muy distintos a los fontaneros; además, de nosotros también dependen otras personas», indica Estévez, que apunta que, por ejemplo, en su escuela dan clase otros cuatro profesores más.

Por todo ello, piden un mayor apoyo a la cultura por parte de las administraciones. «Si nos comparamos con otros países como Francia las diferencias son enormes, aunque también hay que tener en cuenta que ahí los ciudadanos consumen mucha más cultura», señala Monserrat. Sea como sea, ambos reclaman un cambio de las ayudas en un momento en que depender de la taquilla «va a ser peligroso». «Creemos que a veces las subvenciones están mal repartidas porque se gasta mucho en traer artistas conocidos y a los grupos locales se les deja de lado, lo que les impide seguir creciendo», sostiene el guitarrista zaragozano, que recuerda que la cultura no tiene por qué ser rentable.

«Con la crisis del 2008 toda la red de conciertos que había por Aragón se cayó y desde entonces no hemos levantado cabeza», concluye Monserrat, que prevé lanzar un nuevo disco grabado en directo a corto plazo.