El agua tiene en Aragón un fuerte componente identitario, y está intrínsecamente ligada al desarrollo económico e incluso demográfico de la comunidad. El líquido elemento es eje vertebrador de la historia y el territorio aragonés. Y también es una de las líneas estratégicas que marcan las políticas aragonesas de ayuda internacional.

El agua figura como objetivo sectorial prioritario dentro del plan director de la cooperación aragonesa para el desarrollo, redactado por el Gobierno de Aragón para el periodo 2020-2023. No en vano, tal y como recordó el pasado domingo Natalia Salvo, directora general de esta área del Ejecutivo autonómico, con motivo del Día Mundial del Agua, el acceso a este recurso «es un derecho humano de todas las personas y una necesidad básica para la vida».

Mediante la financiación de una serie de proyectos concebidos bajo esa premisa, el Gobierno aragonés se alinea con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible: con el primero, que pretende erradicar la pobreza; con segundo, de hambre cero; con el tercero, que promociona una vida saludable; con el sexto, que apela a una gestión sostenible del agua; con el décimo, que busca poner fin de las desigualdades, y con el número trece, que promueve una acción por el clima.

Doce proyectos

De este modo, a lo largo del año 2019, el Gobierno de Aragón destinó 1,5 millones de euros a doce proyectos vinculados al suministro y potabilización del agua en países de África, Latinoamérica y Oriente Medio. Todos ellos tenían en común el mejor aprovechamiento de los recursos hídricos y el fomento de la agricultura local mediante técnicas agroecológicas sostenibles.

Con estos fondos, once oenegés pudieron llevar a cabo sus proyectos de reabastecimiento de zonas deprimidas, fomentar la economía local, impulsar la participación ciudadana y empoderamiento femenino y difundir educación en hábitos sanos y saludables.

Un ejemplo es el proyecto desarrollado por Médicos del Mundo en seis municipios de La Paz, Bolivia, que permitió dar pasos, no solo en potabilización y saneamiento del agua, sino en la calidad de las viviendas, carreteras y otras infraestructuras.

En Chad, la Fundación Entreculturas proporcionó materiales didácticos a 38 escuelas rurales y colocó un pozo y letrinas en tres centros. En Senegal, Arapaz alfabetizó a las mujeres de tres comunidades para que se apropiaran de los proyectos de producción ecológica y comercialización en la región.

Cáritas Aragón instaló sistemas de bombeo eléctrico de agua de riego a partir de energía renovable en Palestina. Algo similar hizo la Fundación Ecología y Desarrollo en León (Nicaragua).

Farmacéuticos Mundi optó por la capacitación de los pueblos indígenas de Ecuador y la recuperación del policultivo, y la Fundación Alianza por los Derechos, la Igualdad y la Solidaridad Internacional facilitó el acceso a tecnología agraria en Senegal. La Fundación Más Vida abasteció de agua potable a 60 familias en Nicaragua, y Familias Unidas, a otras 557.

Por su parte, Acción Solidaria Aragonesa trabajó en El Salvador y Colombia, y la Fundación Vicente Ferrer ayudó a mejorar la agricultura en varias aldeas en la India.