-Pese a que la enseñanza universal y gratuita está asegurada en España, ¿es la educación pública una garantía para la igualdad de oportunidades de los niños?

-Lamentablemente, mas allá de que una educación pública y de calidad sigue siendo el camino necesario y central -y en parte conseguido en España- para la reducción de las inequidades y la mejora de la igualdad de oportunidades, seguimos con cifras alarmantes de cronicidad en los índices de pobreza infantil. Y eso impacta en el proceso educativo de los menores y en los logros hacia su desarrollo pleno. En España, más de 2.000.000 de niños están en situación de pobreza relativa o severa, lo cual los sumerge en un sinfín de dificultades a superar. La pobreza infantil no trata sobre la falta de recursos de esos niños, sino de la pobreza contextual de protección, proyección y desarrollo que los envuelve, faltos de recursos fundamentales para sobrevivir con dignidad. Esos menores luchan, muchas veces ignorados, por sobrevivir en el día a día, siendo en muchas ocasiones ejemplo de riqueza humana resiliente, de empoderamiento y de sobreesfuerzos que deberían ser ejemplo. De todas formas, en muchos casos sucumben porque su mochila va muy llena de piedras. Y, por ello, a su vez, se rompe la línea de esperanza que significa una educación plena, sin abandonos prematuros y de desarrollo integral sostenido. Deberíamos pues, desde la sociedad del bienestar, cargarnos de nuevas estrategias y herramientas para darles más, justamente a los que más lo necesitan, en forma de redes de corresponsabilidad educativa, tales como las que promocionamos desde el programa Caixa Proinfancia.

-¿A qué se refiere con esas redes?

-Los retos sociales más evidentes (migraciones, inequidades socioeducativas, desigualdad creciente...) necesitan una respuesta de carácter relacional y coresponsable desde distintos niveles del Estado del bienestar y, entre ellos, el de la pobreza infantil acuciante y crónica (tres de cada diez niños en España están en esa situación). Todos se sitúan dentro de sistemas complejos que no responden ni se modifican a partir de intervenciones lineales y mecanicistas clásicas. Por ello, en lugar de intentar diseñar intervenciones y búsqueda de resultados a través del comando y control, los gobiernos locales, regionales, autonómicos y estatal deberían centrarse en crear las condiciones para que una variedad de agentes involucrados en ese problema o reto determinado, y de ese nivel territorial, lo resuelvan por ellos mismos y en red de colaboraciones. De hecho, el enfoque y la obsesión de obtener siempre resultados medibles ha descuidado progresivamente la importancia de las relaciones humanas. En ese sentido, se corre el riesgo de reducir la complejidad y la textura de la experiencia humana a un número simple, lo que lleva a políticas y servicios que no abordan final y paradójicamente el núcleo de un problema que se pretende atender.

-¿Y cuál es la alternativa?

-Yo apuesto por un nuevo liderazgo de la acción social y educativa que se centre en hacer crecer el capital social de personas, grupos e instituciones, para que ellas mismas, y en redes de carácter intersectorial, puedan plantear retos, caminos y praxis de forma corresponsable y eficaz en cada contexto. Y todo esto, entendiendo por capital social la variable que mide la colaboración social entre los diferentes grupos de un colectivo humano y el uso individual de las oportunidades surgidas a raíz de ello, a partir de cuatro fuentes principales: el afecto, la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales.

-¿Conoce algún ejemplo?

-El programa Caixa Proninfancia, del cual asumo desde hace ocho años la dirección científica, se basa en estos planteamientos. Se centra en el mismo menor y su familia, que vive en contextos de complejidad y sociovulnerabilidad, para conseguir romper el círculo de la pobreza hereditaria. No desde intervenciones puntuales, discontinuas y asistenciales, sino desde un enfoque de continuidad del apoyo sistémico, multidimensional y en red de apoyo territorial/local, donde los distintos agentes desarrollan el plan de trabajo compartiendo objetivos y procesos de dichos menores y sus familias.

-¿Podría ponerle cifras al programa Caixa Proinfancia?

-El programa Caixa Proinfancia dedica en torno a los 55 millones de euros anuales en el conjunto de toda España, de 3,5 a 4 en Aragón. Lleva ya un recorrido de implantación de más de diez años en toda España. En su conjunto, ha promocionado un modelo de acción y atención socioeducativa a menores de 0 a 18 años, situados en entornos de máxima necesidad de atención a lo largo y ancho de toda España, con índices de pobreza relativa muy preocupantes, también por su cronicidad. Así, actualmente estamos presentes en más de 135 municipios, habiendo levantado más de 177 redes de intervención locales, con presencia de agentes representantes de los servicios sociales del territorio, del tercer sector (más de 400 entidades), del sector privado y del cuarto sector emergente. En estos diez años ya se ha atendido a más de 280.000 niños de más de 160.000 familias. En Aragón llevamos un total acumulado de más de 12.000 niños y 6.000 familias.

-¿Cuáles son los principales retos de futuro que se plantean dentro del programa Caixa Proinfancia?

-El reto fundamental no es el de llegar a atender a toda la población que se encuentra en contexto de pobreza infantil. Desgraciadamente, el número de casos en España es demasiado grande como para que se pueda atender desde un solo programa. En su lugar, nuestro mayor desafío es el de generar y transferir una propuesta de intervención que, a partir de todos los resultados que se van generando estos años en torno a los menores atendidos, demuestra un alto índice de impacto en la generación de nuevas oportunidades y la mejora de índice de éxito educativo de esos menores, lo cual está en el centro de nuestra intencionalidad. La educación en igualdad de oportunidades acaba siendo la clave del empoderamiento necesario para superar las dificultades del los entornos de pobreza. Y el programa Caixa Proinfancia lucha para esa generación de expectativas y procesos de desarrollo integral del menor. De esta forma, y en redes territoriales organizadas, el programa aporta un catálogo de subprogramas de apoyo desde una perspectiva educativa, social y de promoción de la salud, tanto del niño como de su familia, a través de refuerzo educativo, ocio y tiempo libre, apoyo educativo familiar y atención psicoterapéutica personal y familiar.