Este año no pudo ser. Los puestos de ropa, chocolates, cosméticos y demás productos sostenibles no pudieron tomar el pasado fin de semana la plaza del Pilar, ni pudo verse a miles de ciudadanos deambulando entre ellos, como ocurre cada mes de mayo desde hace casi dos décadas.

La XVII Lonja de Comercio Justo de Zaragoza de la Federación Aragonesa de Solidaridad (FAS) ha sido otra de las víctimas colaterales de la epidemia del covid-19. «Es el primer año, después de tantos, que nos quedamos sin ella. Es muy triste, pero las circunstancias son las que son», lamenta uno de los responsables de su organización, Javier Parcero, técnico de esta entidad, que agrupa a medio centenar de oenegés de desarrollo.

El pasado sábado se celebró el Día Mundial del Comercio Justo. Y aunque las organizaciones aragonesas que se dedican a él no pudieron celebrar su tradicional mercadillo, ni todas las actividades de sensibilización que se organizan cada año en torno al mismo, estas no dejaron de reclamar un modelo económico más humano y sostenible para salir de esta crisis.

Obligadas por las restricciones impuestas por el coronavirus, tuvieron que trasladar el escenario de sus reivindicaciones del corazón de la capital aragonesa a un entorno más virtual. En colaboración con la Coordinadora Estatal de Comercio Justo y las oenegés, la FAS animó a la ciudadanía a hacerse fotos con este tipo de productos y subirlas a las redes sociales con el hashtag #DiaMundialComercioJusto.

Aunque la FAS ha tenido que suspender la lonja, comenta Parcero, «a cambio, nos gustaría hacer una exposición en la calle el próximo otoño», coincidiendo con la celebración del Encuentro Estatal de Ciudades por el Comercio Justo, previsto para el 29 de octubre, «en el que Zaragoza ejercerá como anfitriona, si no se cancela también», puntualiza. Con la muestra, «queremos dar visibilidad a todos los actores comprometidos con esta causa en nuestra ciudad: la hostelería, la educación, el ayuntamiento, las oenegés, la sociedad civil…».

Si finalmente puede celebrarse, al encuentro acudirán ayuntamientos de toda España que promueven este tipo de consumo. Representantes municipales, y del resto de niveles de la Administración pública, se reunirán con oenegés, distribuidoras, consumidores… También habrá una mesa de iniciativas rurales por el comercio justo, liderada por Alcorisa.

Durante esta crisis, es precisamente en el medio rural donde con más fuerza se está manifestando el verdadero valor del modelo económico que promueve el comercio justo. «Un estudio del Banco Mundial señala que seis de cada diez personas pobres en el mundo se dedican a la agricultura», expone el técnico de la FAS. Pero parece que haya tenido que ocurrir una pandemia «para darnos cuenta de que su trabajo es fundamental», añade.

«Esa gente es pobre porque les pagan una miseria -continúa-. Pero los miles de agricultores que producen para las cooperativas de comercio justo alrededor del mundo viven dignamente porque estas funcionan con otras reglas». Por ejemplo, les prefinancian las producciones, adelantando el pago de la mitad del pedido antes de haber recibido la cosecha. Eso ha permitido a algunas de estas cooperativas repartir beneficios durante la cuarentena «para que los agricultores y sus familias puedan comer, aunque no vendan nada».

El técnico de comercio justo de la FAS sostiene que la actual situación generada por la pandemia demuestra «algo que ya sabíamos: que vivimos en un mundo globalizado, y que lo que ocurre en una parte del planeta va a acabar afectando al resto. Tenemos que ser conscientes de que lo que consumimos cada día afecta a los lugares donde se produce».

«Solo hay que ver la situación en la que se encuentran muchos agricultores españoles, porque también cobran una miseria», prosigue. «Tenemos que consumir productos de cercanía y ecológicos, porque no hay que olvidar que la crisis medioambiental no se ha detenido con la pandemia. Y aquello que no pueda ser local, que sea de comercio justo», recomienda.

Según las organizaciones aragonesas que promueven esta alternativa productiva y comercial, la desigualdad y la crisis climática son «las principales consecuencias de un consumismo desmesurado e insostenible, cuyo único fin es la generación de capitales». Y opinan que la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto «la vulnerabilidad de este sistema, que deja a demasiadas personas atrás, en condiciones indignas, sin sus necesidades vitales básicas cubiertas».

Las oenegés de la FAS defienden, por todo ello, una salida global y colectiva de esta emergencia, poniendo los derechos de las personas y el cuidado del medio ambiente en el centro de la economía. «Tenemos que pensar en cambiar nuestro modelo productivo y de sociedad. ¿Adónde nos lleva este consumo desaforado? ¿A que en dos meses de crisis haya miles de personas en nuestro país que ya no pueden ni comer?», reflexiona Parcero.

Y recuerda que, también durante la fase de desescalada, se puede seguir consumiendo comercio justo en Zaragoza. «Hay mucho más en nuestra ciudad del que imaginamos. Todos los locales de hostelería y tiendas donde se vende este tipo de productos se pueden consultar en Zaragozacomerciojusto.org».