Los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, inundaciones y lluvias torrenciales, están aumentando en intensidad, frecuencia y gravedad en muchas partes de África, amenazando la salud, la seguridad alimentaria, la paz y la biodiversidad. Así lo revela un informe publicado por Greenpeace, que asegura que el clima en África subsahariana se ha vuelto más extremo e impredecible en el siglo XXI, una tendencia que la comunidad científica prevé que se intensifique en las próximas décadas.

Los impactos relacionados con el clima a menudo afectan de manera desproporcionada a las comunidades más pobres porque están menos equipadas para hacer frente a los cambios y adaptarse a ellos.

“La ciencia muestra que hay muy poco de natural en los desastres que azotan nuestro continente. Una crisis provocada por el ser humano requiere una solución creada por el ser humano. África es la cuna de la humanidad y será la cuna de la acción climática para nuestro futuro. La salud, la seguridad, la paz y la justicia no se lograrán solo mediante oraciones y sacos de arroz y maíz después de un desastre. Los líderes africanos deben declarar una emergencia climática para preservar nuestro futuro colectivo”, sostiene Melita Steele, directora de programas de Greenpeace África.

Se prevé que el aumento de la temperatura media anual para gran parte de África sea más rápido que el promedio mundial y supere entre 2 y 6 ℃ los registros actuales para finales de siglo, de dos a cuatro veces más que el objetivo establecido en el Acuerdo de París. Esto provocará muertes, desplazamientos, conflictos, lluvias irregulares, escasez de agua potable, obstrucción de la producción agrícola y extinción acelerada de especies.