La pandemia provocada por el covid-19 está afectando a todo el planeta. Sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales se están notando en todos los sectores de actividad y en todos los rincones del mundo. Pero la población más vulnerable es la que está sufriendo en mayor medida los impactos de esta crisis global.

Esa vulnerabilidad se acentúa entre los empleados de sectores altamente precarizados, como la agricultura o la industria textil, aunque también hay excepciones. Las cooperativas y productores que venden sus productos a importadoras como Oxfam Intermón, Alternativa 3, IDEAS, Taller de Solidaridad, la Fundación Vicente Ferrer o Faitrade Ibérica, están respondiendo antes sus trabajadores desde los valores y principios del comercio justo, cuyas prácticas están actuando como medidas de protección para minimizar los efectos de esta emergencia.

Esas organizaciones han seguido pagando los salarios pese al parón de la producción, cuando muchas fábricas y multinacionales que producen para el comercio convencional no lo han hecho. Además, bastantes de ellas están ofreciendo adelantos para que los trabajadores puedan cubrir sus necesidades básicas y las de sus familias.

Por ejemplo, el Taller de Mandaluyong, fabricante filipino de textil de comercio justo que produce para la española Taller de Solidaridad, ha detenido su actividad. Sin embargo, mantiene los salarios de todas las trabajadoras, y además los completa con una ayuda adicional porque sus maridos no cuentan con ingresos.

En India, EMA, productora de complementos para Oxfam Intermón, también con su producción parada, está pagando los salarios a su plantilla y dando anticipos como apoyo extra para la compra de productos básicos.

Muchas organizaciones integradas en la Coordinadora Latinoamericana de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo han utilizado parte de la prima que obtienen por producir bajo estos estándares para comprar alimentos a sus miembros y a la población más necesitada de sus comunidades. Otras han utilizado esos fondos para dar ayuda económica a personas vulnerables que no han podido trabajar debido a la pandemia.

En Uganda, la cooperativa Bukonzo Organic Farmers Cooperative Union Limited, que trabaja con Fairtrade Ibérica, ha utilizado parte de los fondos de la prima de comercio justo para comprar alimentos, jabón y mascarillas para sus vecinos.