Nervios, expectación, sonrisas y, sobre todo, ilusión. Desde que escriben la carta a Sus Magestades, los más pequeños de la casa esperan con ansias sus regalos de los Reyes Magos -unas ganas más que normales después de haber sido buenos todo el año-. Pero no todos los reciben, ya que, según datos de Aldeas Infantiles, uno de cada tres niños en España se encuentra en riesgo de exclusión. Y es ahí donde llegan los Reyes Magos de Verdad.

La idea surgió cuando Paloma Lladó, voluntaria en distintos centros, se dio cuenta de que había muchos niños en España que no recibían un regalo de Reyes y que ya no creían en la magia. En poco tiempo, contactó con sus allegados y logró recopilar 150 juguetes nuevos para 150 niños. Al año siguiente, en el 2009, se reunió con otras siete amigas que, emocionadas con el proyecto, le dieron forma bajo el nombre Reyes Magos de Verdad.

Más de diez años después, estas reinas mágicas han conseguido sumar a 50 voluntarios por todo el territorio español y repartir más de 12.000 regalos. Los paquetes llegan a residencias, personas con discapacidad, centros de acogida, niños cuyos padres están en rehabilitación por droga, menores huérfanos, a cárceles donde hay pequeños que viven con sus madres, a asociaciones donde algunos niños de zonas deprimidas reciben clases extraescolares o a parroquias donde ayudan a familias en situación de necesidad.

PRIMER AÑO EN ZARAGOZA

El objetivo del proyecto es llegar a todas las ciudades españolas. Zaragoza es el primer año que recibe a los Reyes Magos de Verdad. «En Aragón es la primera vez que participamos porque hasta ahora no teníamos allí coordinadora. Por eso ha empezado con poquito, como empezamos todas, con un centro de unos 20 25 niños», explica Carmela Férnandez, una de las fundadoras. El centro es de las Hijas de la Caridad, que «ha tenido mucha, muchísima repercusión, y ha habido mucha más gente de Aragón que ha querido participar, por lo que ha tenido que regalar a niños de otras ciudades», añade y, además, esperan empezar muy pronto también en Huesca y Teruel y con la ayuda de los voluntarios llegar a todos los centros necesitados de la comunidad autónoma.

La iniciativa no sería posible sin las miles de personas que cada año participan en la campaña, que se convierten en los «reyes colaboradores». El funcionamiento es sencillo: en el mes de octubre, las coordinadoras se ponen en contacto con los centros y parroquias que necesitan ayuda y se les indica que deben ir pidiendo a niños y ancianos que escriban su carta a los Reyes Magos. Se piden tres regalos por un valor de entre 25 y 35 euros, que es el precio que suelen tener los juguetes más solicitados. A partir de noviembre se abre la inscripción en la página web para todo el que quiera participar.

Después se recogen las cartas, se escanean, y cada una de ellas se envía al Rey Mago asignado. En diciembre, aquellas personas que se hayan inscrito para participar en la campaña reciben por correo electrónico las instrucciones y la carta del niño o anciano escaneada.

Según Fernández, la magia está en que «cuando alguien recibe una carta, sale corriendo a comprar. No un regalo cualquiera, sino el regalo que más ilusión les hace, para que sea un día feliz para ellos y sepan, que alguien, en algún sitio, ha pensado en ellos y ha querido que tengan lo que más ilusión les hacía: un Rey Mago». También hay entre 1.000 y 2.000 «reyes de reserva» a los que se pide el esfuerzo adicional de comprar el regalo, a veces, de un día para otro para que ningún niño se quede sin regalo, en el caso de que otros fallen, bien por que se han olvidado u otros problemas.

ADOLESCENTES Y ANCIANOS

La iniciativa también trabaja con centros de adolescentes y residencias de ancianos. «Mucha gente pregunta que por qué adolescentes si no creen ya en esas cosas. Los centros con los que trabajamos son de gente que está en unas condiciones muy duras, que han vivido situaciones tremendas, bien por abandono, malos tratos, en fin, que se sienten tristes, y abandonados por la sociedad. Por eso, tan importante es llevar la maagia a los niños como a los adolescentes y ancianos que sienten que nadie se acuerda de ellos en estos días», subraya Fernández.

Durante estos diez años, el proyecto ha crecido de tal manera que las Reinas Magas necesitan la ayuda de sus pajes reales: «Cuando empecé con esto mis hijos eran pequeños. Aún no sé cómo pude explicarles para que comprendieran bien, cuando en esa época ellos todavía creían en los Reyes. Jaime y María han sido siempre unos magníficos pajes reales, como todas nuestras familias, a las que estamos enormemente agradecidas».