La Fundación Adecco nació en 1999, fruto de la responsabilidad social corporativa del Grupo Adecco, líder mundial en la gestión de los recursos humanos. Su principal objetivo es la inserción en el mercado laboral de aquellas personas que, por sus circunstancias personales, encuentran más dificultades a la hora de encontrar un puesto de trabajo. Entre estas se cuentan discapacitados, parados de larga duración con más de 45 años, mujeres con responsabilidades familiares no compartidas o víctimas de violencia de género y otros grupos en riesgo de exclusión social.

El año pasado, la Fundación Adecco generó 6.367 puestos de trabajo para personas de estos colectivos. Entre ellas se encuentra María Jesús de Glaría, zaragozana de 51 años que, hasta hace un mes y medio, llevaba tres años parada.

María Jesús era peluquera, pero quedó incapacitada para ejercer ese trabajo y se formó como auxiliar administrativo, profesión que ejerció varios años. Después fue dependienta, hasta que volvió a quedar incapacitada.

No encontró ningún trabajo en los tres años siguientes. «Mi estado anímico era bastante malo», recuerda, «no solo por estar en el paro, sino también porque estaba atravesando un proceso de enfermedad».

Tras casi dos años de baja, «y con la nueva incapacidad que me habían concedido, veía muy difícil encontrar trabajo. Como la profesión de auxiliar administrativo hacía muchos años que la había dejado, y con mi edad, lo veía todo muy complicado, y entré en una depresión. Con tanta gente joven sana y bien formada pensaba que nadie querría darme una oportunidad a mí».

María Jesús ya había contactado con Adecco cuatro años antes. Cuando se mudó del Pirineo a Zaragoza le ayudaron a encontrar empleo. Así que volvió a llamar a su puertas. «Me puse en contacto con ellos una vez me dieron de alta. Con mis dos incapacidades, decidimos que lo mejor era retomar el trabajo de administrativo, y me llamaron para un curso. Y, en la misma empresa en la que hice las prácticas -Dicsa, del sector del metal-, es donde trabajo hoy», explica con una sonrisa.

Encontrar trabajo ha sido para ella «una tremenda inyección de moral. Este sábado celebramos el cumpleaños de mi sobrino y después me envió un Whatsapp diciéndome ‘Tía, qué alegría que vuelvas a ser tú’. Y es cierto: sales de casa, te relacionas y te vuelves a sentir útil de nuevo». Su testimonio prueba que trabajar es más que ganar dinero.