Para los vecinos del número 289 del paseo de Extremadura, el de ayer fue el segundo atentado. A las 18.30 oyeron la explosión de la bomba colocada en la gasolinera de Repsol que hace esquina con su edificio. Y diez años atrás escucharon cómo estalló el coche del teniente del Ejército Miguel Peralta, que había repostado en la misma estación. La bomba lapa explosionó segundos después y mató al militar, que se acababa de incorporar a la carretera a la altura de Batán y la Casa de Campo.

"Explosión controlada"

Los terroristas colocaron ayer el artefacto en un cajetín de color amarillo --similar al de un buzón de sugerencias-- junto a la tienda de la gasolinera. "Cuando oí el ruido me asusté mucho y me asomé al balcón. Pero como ya vi a la policía cortando la carretera en los dos sentidos, pensé que era una explosión controlada", explicó Pilar Hernández, vecina del edificio. Veinte minutos después, ella y el resto de inquilinos del número 289 fueron desalojados por los agentes de la policía.

El bloque tiene 12 pisos de altura y en cada rellano hay nueve puertas, por lo que dos centenares de personas tuvieron que bajar a la calle. "Han ido puerta por puerta diciendo que bajáramos con calma, y lo hemos hecho por la escalera", contaron los vecinos. Muchos bajaron en bata, pero el frío --cuatro grados-- les convenció para refugiarse en bares cercanos y en casas de otros vecinos del barrio. José Luis, camarero del restaurante La Viguesa, próximo a la gasolinera, exclamó aliviado al saber que ninguna bomba había causado heridos graves: "Que todo lo que nos traiga ETA sean atascos".

Esta salida de Madrid, colapsada cualquier viernes por la tarde, se bloqueó ayer por completo, cuando empezaba la operación salida del puente de la Constitución. El resto de carreteras registraron los mismos atascos. La confusión duró apenas dos horas. A las 21.00 la situación quedaba controlada y la Comunidad de Madrid rebajó el nivel de alerta especial una hora después. Especialmente tediosas fueron las esperas de los automovilistas atrapados en las autovías de A Coruña y Valencia.

En la gasolinera situada en esta última, en el kilómetro 7 de la A-3, un cliente obedeció las órdenes de desalojo de la policía con más diligencia de la habitual. Uno de los empleados, que se encontraba cobrando a otro cliente en ese momento, vio como un hombre que esperaba su turno se fue sin pagar.

A las 18.20, Susana y Enrique, una pareja de novios, estaban metidos en el atasco habitual de la salida hacia Badajoz, a un centenar de metros de la gasolinera. "Ibamos al cine y estábamos nerviosos porque no llegábamos a tiempo. Entonces empezamos a ver a muchos policías pasar a toda castaña. Justo después al motor le entró un calentón y, aquí estamos, esperando una grúa que no sé cuándo va a llegar. Y sin cine".