Los agentes de la Guardia Civil que mantuvieron los contactos directos con el confidente Rafá Zuhier, procesado por el atentado del 11-M, aseguraron ayer ante la comisión parlamentaria que no les alertó sobre la venta de explosivos a los terroristas islamistas hasta el 16 de marzo. El capitán, que se dio a conocer con el alias de Paco , y su alférez, de sobrenombre Víctor , explicaron que el 12 de marzo, al día siguiente de la masacre, se reunieron con él, le preguntaron si sabía algo del atentado y les respondió: "Por supuesto que no".

Los guardias civiles reprodujeron ante los comisionados del Congreso la misma versión que dieron al juez de la Audiencia Nacional Juan del Olmo, quien remitió ayer mismo el auto al Parlamento. Paco precisó que, cuando se entrevistó con Zuhier el día 12, lo hizo porque investigaba un caso de falsificación de tarjetas de crédito.

NI LA MENTE MAS PERVERSA Añadió que, aunque un año antes Zuhier les había dicho que conocía a Emilio Suárez Trashorras --procesado por formar parte de la trama de explosivos--, "nadie, ni la mente más perversa" hubiera relacionado con el atentado la dinamita para la que los asturianos buscaban clientes. El capitán y Víctor insistieron en que el confidente nunca les habló de sus contactos con Jamal Ahmidan, El Chino , antes del 11-M.

Víctor declaró que no fue hasta el día 16 cuando Zuhier le explicó que conocía a tres de los marroquís que salían en los periódicos y le dijo que faltaba un cuarto que él conocía, en referencia a El Chino , de quien afirmó que podía ser "el principal responsable" del atentado. El agente apuntó que le contó que conoció a Jamal Ahmidan en Madrid, un hombre que cambió radicalmente al regresar a Marruecos y entrar en contacto con "gente de Afganistán" en los tres años que pasó en la cárcel.

En el auto del juez Del Olmo remitido a la comisión, Víctor explica que El Chino le comentó en una ocasión a Zuhier que "a raíz de entrar España en en el conflicto de Irak le encantaría volar el Bernabéu".

COSA DE "MORITOS" El inspector jefe de estupefacientes de Avilés, Manuel García Rodríguez, explicó en la comisión que nunca tuvo conocimiento de que su confidente, Suárez Trashorras, se dedicase al tráfico de explosivos ni éste le dijo que conociera a Rafá. El inspector afirmó que lo único que el exminero le dijo antes de la masacre del 11-M fue que había conocido a unos "moritos" que traficaban con drogas. Dos días después, el 13, reunidos en un bar, explicó que el confidente dijo: "Esto en alusión a los atentados aún va a ser cosa de los moros". Fue a partir de ese comentario que el inspector avisó a sus superiores, lo que llevó a la detención de Suárez.

Una dura intervención del diputado del PP Jaime Ignacio del Burgo, que llegó a afirmar que el 11-M ocurrió porque los agentes de la Guardia Civil y de la policía que tenían contactos con confidentes "no se enteraron de las evidencias", motivó la protesta del resto de los grupos y forzó a Del Burgo a retirar sus palabras. Pese a ello, el inspector García Rodríguez abandonó la comisión visiblemente emocionado.