Bajo una fina lluvia, personas anónimas y representantes de doce asociaciones, la mayoría de ellas de inmigrantes, se concentraron ayer en la plaza de España para gritar en sus respectivos idiomas "no al terrorismo". Cobijados bajo uno de los balcones del edificio de la Diputación Provincial, los convocantes improvisaron un altar, al estilo del que se ha erigido en la Estación de Atocha, con las banderas de los 17 países a los que pertenecían las víctimas, 192 velas rojas con el nombre de cada uno de los fallecidos y una gran pancarta en la que se podía leer Contra el terrorismo .

"Queremos recordar a las víctimas en todos los idiomas y religiones, y lo hacemos bajo la lluvia y mojándonos, porque sólo mojándonos podremos acabar con el terrorismo", declaró ayer Sergio Renom, presidente de la Iniciativa Ciudadana Convive, una de las convocantes. Tras él, Julia, una mujer chilena, fue la encargada de leer el manifiesto. "Queremos mostrar nuestra más enérgica repulsa al terrorismo, al odio y a la violencia", señaló Julia, quien envió un mensaje de solidaridad a Madrid, Brasil, Bulgaria, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Filipinas, Francia, Guinea Bissau, Honduras, Marruecos, Perú, Polonia, República Dominicana, Rumanía y Ucrania, países originarios de los fallecidos.

Pero la lectura también hizo referencia a la diversidad religiosa y cultural de las víctimas para poner de manifiesto que "las diferencias culturales nos enriquecen y unen como seres humanos". Y, a los asesinos, los participantes quisieron mandar un mensaje muy claro: "Queremos decirles que estamos unidos y que juntos vamos a volver a coger ese tren lleno de palabras de todas las partes del mundo, donde van a caber todos los credos". Asimismo, las asociaciones aprovecharon para manifestar su compromiso con la lucha contra el racismo, las discriminaciones y la violencia.

Tras la lectura del manifiesto, se leyeron los nombres de las 192 víctimas mientras se iban encendiendo las 192 velas. Tras este recuerdo a los fallecidos, ciudadanos de distintas nacionalidades como Dorina, rumana, y Fátima, brasileña,leyeron poemas sobre el Silencio o la Ausencia en sus respectivas lenguas, mientras de fondo sonaba música étnica. Al final, todas las personas que durante más de media hora se concentraron en la plaza de España, guardaron un minuto de silencio y se acercaron hasta la pancarta para depositar a sus pies un centenar de claveles a modo de ofrenda.