A EEUU le preocupa cada vez más el Sáhara y, por extensión, el norte de Africa. La Administración estadounidense considera que el mayor desierto del planeta se está convirtiendo en la nueva guarida de Al Qaeda, que busca una base de repliegue desde que perdiera su refugio en Afganistán tras la caída de los talibanes.

Washington considera que el Sáhara cumple los requisitos que busca la red de Osama bin Laden: es una extensión inmensa de territorio y los estados que se lo reparten carecen de medios para vigilar sus fronteras. Además, los servicios secretos occidentales cifran en 600 los militantes de Al Qaeda que, tras huir de Afganistán, se han desplegado siguiendo las consignas del propio Bin Laden en el desierto entre Mauritania, Argelia, Malí, Níger y Chad. La prueba de ese peligro terrorista fue la anulación, en enero, de dos etapas del París-Dakar, en Mauritania y Malí, después de que los servicios secretos franceses alertaran del "riesgo de atentados".

Los terroristas argelinos del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC) han sido los encargados de preparar los escondites en el Sáhara para los miembros de Al Qaeda. Los servicios secretos occidentales creen que, además de en el Kidal (norte de Malí), los terroristas de Al Qaeda y sus socios del GSPC se mueven entre escondites situados en el sur de Argelia, en las regiones de Agadez y Arlit en el norte de Níger y en el Tibesti, en el Chad.

Para combatir esa amenaza, la Administración de EEUU ha lanzado un ambicioso programa bautizado como Iniciativa Pan Sahel que se basa en la cooperación militar y policial con todos los países saharianos: Malí, Níger, Argelia, Mauritania, Túnez, Marruecos e incluso Libia.

El proyecto ya está en marcha. Según afirmó Pamela Bridgewater, la encargada de Africa en el Departamento de Estado, un primer contingente de militares estadounidenses está en Mauritania para entrenar a los guardias de fronteras con el objetivo de que eviten la infiltración de terroristas en su territorio. Lo mismo ocurre en Malí, donde desde enero hasta finales de marzo hay tres equipos de técnicos estadounidenses, uno en la capital, Bamako, otro en Gao y otro en Tombuctú. Cada grupo está formado por 10 expertos que entrenan a un equipo de 100 soldados Malíenses.

EEUU complementa este entrenamiento con la donación de material y todoterrenos para que puedan mejorar la vigilancia de sus fronteras. El Ejército de Malí, por ejemplo, ha recibido 40 vehículos y varios equipos de telecomunicaciones.

Los primeros frutos

Y esa cooperación empieza a dar sus frutos. El Gobierno de Chad informó el miércoles pasado de violentos combates en el norte entre tropas chadianas y 50 miembros del Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, el grupo terrorista argelino que está ayudando a Al Qaeda a instalarse en esa región. Según las autoridades, al menos 25 integrantes del GSPC han sido abatidos.

Donde los avances de EEUU son mayores es sin duda en Argelia. Washington ha empezado ya a construir en Tamanraset, una ciudad argelina enclavada en el corazón del desierto, una base de escuchas de la Agencia de Seguridad Nacional (ASN) destinada a "interceptar y analizar todas las comunicaciones por teléfono, por internet y por radio que se produzcan en la zona".

Además, según el diario argelino Liberté, expertos estadounidenses "ayudaron a los militares argelinos en la neutralización el 31 de enero de un comando del GSPC". El diario aseguró que el convoy terrorista fue localizado "por los satélites militares de EEUU situados sobre la región del Sahel" que pasaron esas fotografías a las autoridades argelinas.

El Ejército argelino informó oficialmente de que el comando fue interceptado en pleno desierto, en las cercanías de la localidad de In Salah. Los terroristas viajaban a bordo de cuatro todoterrenos con los que se habían infiltrado desde Malí. "Ese comando traía un cargamento de armas que habían comprado a traficantes de los países vecinos con el dinero del rescate pagado por los turistas europeos que habían sido secuestrados", informó en un comunicado el Estado Mayor argelino.

Esta es la más importante operación que hasta ahora han llevado a cabo conjuntamente los gobiernos de EEUU y Argelia. Además, el Ejército argelino envió en verano al Sáhara un importante contingente de militares para aumentar el control en la región.

Mafias de la inmigración

El problema nace de la paradoja de que en el desierto empieza a haber demasiada gente. A los tradicionales traficantes de armas y tabaco se les suman ahora las mafias de la inmigración ilegal, que anualmente hacen transitar por el desierto a bordo de camiones a miles de inmigrantes subsaharianos y asiáticos. Washington ya ha expresado su preocupación por la facilidad de movimiento de esas redes, pues teme que, lo mismo que trasladan a inmigrantes, pueden llevar terroristas.

"Estas redes traen hasta aquí inmigrantes desde la India, Pakistán y Sri Lanka", dice un mando de la Gendarmería Real marroquí destinado al Sáhara Occidental. "Si pueden hacer eso, también pueden traer gente desde Afganistán sin demasiados problemas", añade con temor.

"EEUU tiene miedo de la infección terrorista y quiere controlar militarmente el Magreb y el Sahara", explica un diplomático europeo. "Por eso quiere instalar bases en Argelia, Mauritania y Túnez". Y sentencia: "Hasta el 11-S, la batuta en el Magreb y en el Sáhara la llevaba Francia; desde esos atentados, quien manda aquí es el Gobierno de EEUU".