Alexandre Benalla, el excolaborador de Emmanuel Macron que golpeó a unos manifestantes el pasado primero de mayo haciéndose pasar por policía, compareció ayer rodeado de una gran expectación en la comisión de leyes del Senado que investiga si se produjeron disfunciones en la cúpula del Estado en el ámbito de la seguridad presidencial.

Benalla intentó minimizar su rol en el Elíseo y aseguró que no era el guardaespaldas de Macron ni ejercía funciones de policía sino que se encargaba de «coordinar» los desplazamientos públicos y privados del presidente de la República para que se desarrollaran en óptimas condiciones de seguridad. «No era el guardaespaldas de Macron. Nunca lo he sido», declaró.

Su principal mensaje es que no ocupó puesto alguno en el operativo de seguridad del presidente y que su misión era de orden «administrativo», una suerte de «jefe de orquesta» de los viajes y actos del palacio.

Al ser preguntado por qué había solicitado un permiso para llevar armas, respondió que fue por su «seguridad personal», si bien admitió que en alguna ocasión iba armado cuando acompañaba al presidente.

También reconoció que podía hacer «sugerencias» a los miembros del Grupo de Seguridad de la Presidencia de la República (GSPR), el cuerpo oficialmente encargado de la seguridad del presidente, sobre el reclutamiento de nuevos efectivos.

Los miembros de la comisión parlamentaria por la que han desfilado ya más de una veintena de personas mostraron su decepción tras la comparecencia de Benalla, que dejó intactos los interrogantes que el escándalo ha suscitado sobre la posible existencia de una estructura policial paralela dentro del Elíseo, sede de la Presidencia de la República. «Se ha presentado como un gentil organizador de viajes», resumió con sorna el vicepresidente de la comisión, Jean Pierre Sueur. El margen de maniobra de los senadores era, no obstante, limitado. Al estar Benalla imputado por los actos violentos cometidos en mayo, no pudieron interrogarle sobre estos hechos para no interferir en el proceso judicial que está en curso.

COLABORADOR Y CORDIAL

Vestido con traje de chaqueta azul, camisa blanca y corbata de lunares, la imagen de Benalla en el palacio de Luxemburgo era muy distinta a la del vídeo en el que aparece con casco de antidisturbios y aires de matón.

Se mostró colaborador y respondió en un tono cordial a las preguntas que los senadores le lanzaron durante hora y media. Tras prestar juramento, inició su audición pidiendo disculpas por haber llamado «pequeño marqués» al presidente de la comisión, Philippe Bas, en una reciente entrevista.