De ferviente activista a preso político y luego mantener la lucha hasta conseguir ser el hombre que encarna el relevo generacional de Kosovo. La carrera política de Albin Kurti (Pristina, 1975) empieza en agosto de 1997 cuando, siendo un estudiante de 22 años, descubrió su talento durante unas protestas contra Slobodan Milosevic, el entonces presidente de Serbia, país que controlaba a Kosovo. Tras una etapa como afiliado al Ejército de Liberación de Kosovo acabó en una cárcel de Belgrado (Serbia), de la que salió dos años más tarde gracias a presiones internacionales.

Con este bagaje a cuestas, tras licenciarse en Informática y Telecomunicaciones en la Universidad de Pristina, Kurti fundó en 2005 el movimiento Vetëvendosje (Autodeterminación). Una formación que en 2010 se presentó por primera vez en las elecciones generales y, en 2013, con el triunfo del economista Skender Ahmeti en los comicios municipales de Pristina, obtuvo su primer gran triunfo electoral.

Una victoria que, ya en ese entonces, alarmó fuera y dentro de Kosovo por la retórica de algunos representantes de esta formación que promovían el mito de la 'Gran Albania', la controvertida unión de los albaneses fuera de las fronteras de Albania. Aunque el mismo Kurti también ha generado polémica, por su condena judicial tras lanzar gas lacrimógeno contra el Parlamento en protesta por la demarcación fronteriza con Montenegro y por la creación de una asociación de municipios de mayoría serbia.

Acuerdo rápido

La inclinación nacionalista de Kurti siempre ha estado presente en su vida política. Tanto que la irresuelta normalización de las relaciones con Serbia ha sido entre bambalinas una de las razones por las que en marzo de 2020 se rompió el anterior Gobierno que había formado gracias al apoyo de la conservadora Liga Democrática.

Un desenlace por el cual Kurti también culpó a los veteranos de la independencia y al entonces presidente estadounidense, Donald Trump, como recordaba este lunes el profesor Agon Hamza, exasesor de Kurti. Trump puso mucha presión sobre la Liga Democrática, quería un acuerdo rápido, dijo Hamza, en entrevista con la BBC.

De ahí también que una gran aliada de Kurti haya sido, en estos últimos comicios, la presidenta interina del país, la jurista Vjosa Osmani. La joven Osmani, de 38 años, que en las precedentes elecciones fue candidata de la Liga Democrática y que asumió su puesto tras la obligada dimisión del expresidente Hashim Thaci, optó en estos comicios por apoyar a Kurti, convirtiéndose en un imán para el voto femenino y joven. Y no solo eso. La ausencia en ella de una retórica panalbanesa que interesa menos a los jóvenes también tuvo un papel clave para que Vetëvendosje lograse mostrarse públicamente como una fuerza que ha evolucionado y ahora respeta a las instituciones. El tiempo dirá si era solo una cortina de humo.