Las fuerzas de seguridad rusas tomaron ayer la sede central de la mayor petrolera de Rusia, Yukos, que está al borde de la bancarrota a causa de la ofensiva judicial emprendida contra la compañía a instancias del Kremlin. La policía antidisturbios (OMON) cercó el lujoso edificio de Yukos en el centro de Moscú para abrir camino a los representantes de la Fiscalía General y del Ministerio del Interior. La fiscalía rusa informó de que el registro se llevó a cabo en el marco de la investigación sobre presunto fraude y evasión de impuestos.

Según el portavoz de Yukos, Alexander Shadrin, los fiscales se aprovecharon de la ausencia de los directivos y abogados para incautarse de los ordenadores y servidores. "El embargo de los servidores que controlan la producción y transporte de crudo puede causar interrupciones en las actividades de la compañía", advirtió Shadrin.

Dos de los mayores accionistas de Yukos, su expresidente Mijail Jodorkovski y su cerebro financiero, Platon Lebedev, están en prisión preventiva. Según los observadores, el acoso fiscal contra Jodorkovski ha sido ideado desde el Kremlin para frustrar las ambiciones políticas del magnate petrolero, convencido adversario de los métodos autoritarios del presidente ruso, Vladimir Putin.

La justicia rusa sentenció a Yukos a pagar más de 5.000 millones de euros por evasión de impuestos en los ejercicios fiscales 2000 y 2001 y dio el jueves cinco días a la petrolera para abonar al fisco los 2.800 millones correspondientes al 2000. El presidente del consejo de administración de la petrolera, Viktor Guerashenko, ha advertido de que la compañía puede tener que suspender sus actividades debido a la inmovilización de sus activos.

ESCISION Mientras tanto, el Partido Comunista ruso vivió ayer una profunda crisis que dividió a esta influyente fuerza en dos grupos. Un pleno alternativo del Comité Central organizado por los adversarios del presidente de los comunistas, Guennadi Ziuganov, eligió a su adversario Vladimir Tijonov como líder.