El vicepresidente de EEUU, Richard Cheney, sufrió ayer un embarazoso revolcón a manos de la comisión independiente del Congreso que investiga el 11-S. Sus miembros desautorizaron a Cheney por sus aseveraciones sobre los supuestos vínculos entre Irak y Al Qaeda, que el vicepresidente aseguró haber hecho en base a informaciones a las que la comisión no había tenido acceso.

"Creemos haber tenido acceso a la misma información que el vicepresidente sobre los contactos entre Irak y Al Qaeda antes de los ataques del 11-S", espetó la comisión, que el mes pasado pulverizó uno de los principales argumentos de la Administración republicana al afirmar que no había ninguna relación entre la red de Bin Laden y el régimen de Bagdad.

Por ello, Cheney se apresuró a poner en duda la categórica conclusión de los investigadores. "La noción de que no hay relación entre Irak y Al Qaeda simplemente no es cierta", declaró en una entrevista con la cadena NBC. Además, dio a entender que él sabía más que la comisión pues, al ser cuestionado sobre si tenía datos en que basar su afirmación, Cheney respondió que "posiblemente". Este manipulador secretismo irritó al presidente y vicepresidente de la comisión, el republicano Thomas Kean y el demócrata Lee Hamilton. Ambos exigieron ver esos datos, que resultaron inexistentes.