El voto de castigo del electorado francés contra la derecha gubernamental ha colocado al presidente, Jacques Chirac, en el ojo del huracán. Chirac se reunió ayer con el primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, para estudiar las decisiones que tendrá que tomar "en los próximos días", informó un portavoz del palacio del Elíseo. Con 20 de las 22 regiones metropolitanas dominadas por la izquierda (socialistas, comunistas y Verdes), que obtuvo más del 50% de los votos, la remodelación del Ejecutivo es inevitable.

Los interrogantes sobre el futuro de Raffarin están sobre la mesa, aunque fuentes gubernamentales precisaron que el primer ministro "aún no ha dimitido". De hecho, la izquierda ni siquiera ha reclamado su dimisión, sino que ha instado directamente a Chirac a que "asuma sus responsabilidades". Dos años después de su reelección a la soviética , con el 82% de los votos, para cortar el paso a la extrema derecha de Jean Marie Le Pen, Chirac se encuentra con una mayoría aplastante en la Asamblea, pero paralizada moral y políticamente.

"CAMBIO PROFUNDO" Desde el principio, los líderes de izquierda apuntaron al jefe del Estado como el gran perdedor de las elecciones regionales y cantonales del domingo. El primer secretario del Partido Socialista, Fran§ois Hollande, calificó el resultado de "desautorización severa" para Chirac y señaló que la respuesta no puede limitarse a un reajuste del Gobierno, sino que tiene que comportar "un cambio profundo de sus orientaciones". Incluso los responsables de la derecha reconocen que, aunque el presidente estuvo al margen de la campaña electoral, el castigo de los electores iba dirigido a él.

Principal instigador de las reformas liberales (seguridad social, pensiones, sanidad, etc. ), extremadamente impopulares, Chirac dio hasta ahora la sensación de mantenerse al margen de la política interior y estar más interesado en la política exterior. Pero, ante la magnitud de la debacle, no ha tenido más remedio que volver a tomar las riendas para dar "mayor cohesión social" a estas reformas, que sigue considerando "necesarias", según precisó el propio Raffarin. Lo que no implica forzosamente un cambio de primer ministro, según señaló el presidente de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), Alain Juppé, quien precisó: "No es un problema de personas".

El nuevo jefe del Gobierno, si lo hay, corre el riesgo de hallarse en la misma situación en junio, tras las elecciones europeas, que son también de alto riesgo para el Ejecutivo, sobre todo si siguen las reformas.

El hecho de que el presidente comenzara a estudiar ayer los posibles cambios con Raffarin hace pensar que podría mantenerlo al frente de un equipo renovado, "más social". De lo contrario, tras la condena del que fue su delfín, Alain Juppé, el único candidato válido es el popular y ambicioso ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, que sueña ya con obtener la dirección de la UMP y no disimula su intención de presentarse a las presidenciales del 2007.

LE PEN Por su parte, los sindicatos interpretan el vuelco electoral como un claro rechazo de una política social "inspirada por la patronal" y prometen una primavera "muy caliente" si no se tiene en cuenta el mensaje de las urnas. En cuanto al ultraderechista Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, aunque ha perdido casi la mitad de los escaños debido al nuevo sistema electoral, conserva el número de votos, lo que le consolida como tercera fuerza política en casi todas las regiones.