El dirigente shií Hazem Al Araji sudaba bajo su turbante negro. Estaba rodeado por periodistas, por una veintena de jeques de clanes tribales y por unos cinco soldados de EEUU --nerviosos, iracundos-- en el paseo que separa a los hoteles Palestina y Sheraton en Bagdad. Todo el mundo gritaba: los periodistas, los jeques, los soldados. A pesar de ello, Al Araji --jefe de la oficina de Moktada al Sadr en Bagdad, imán de la mezquita de Kadhimiya-- hablaba con sus correligionarios por un teléfono móvil. "No salgáis aún a la calle a protestar".

La torpeza estadounidense en las formas en Irak parece no tener fin. Sobre las 10.30 de la mañana, Al Araji acabó un encuentro con periodistas italianos en el que había amenazado con "represalias" al contingente de tropas italianas en Nasiriya. Invitado por el semanario Expresso --tal vez por aquello de que no están las cosas en Irak como para ir entrevistando gente por ahí--, Al Araji había accedido a acudir al Hotel Palestina que, junto con el Sheraton, forma un fortín controlado por soldados estadounidenses. Acabada las entrevistas, Al Araji se disponía a abandonar el complejo cuando fue arrestado por dos soldados, sin explicarle el motivo.

Rueda de prensa

Pronto aquello se convirtió en una rueda de prensa improvisada, en la que Al Araji acusó a la prensa occidental de haberle tendido una trampa junto a los ocupantes. "La situación va a ser aún peor para la prensa a partir de ahora", amenazó.

El imán fue entrevistado hace tres días en la sede de la Autoridad Provisional de la Coalición en Bagdad por el canal árabe Al Arabiya y allí nadie le tosió. Su móvil ardía, la noticia ya corría por Kadhimiya, cuando un grupo de jefes de clanes tribales que estaban reunidos en el Hotel Sheraton acudió en su ayuda. Rodeando a Al Araji, apelando a la dignidad y el respeto a sus cargos, trataron de salir, pero los soldados --primeros empujones-- lo evitaron.

Tras más gritos, toda la comitiva --Al Araji, los jeques, los soldados cada vez más nerviosos y un grupo de unos 50 periodistas-- recorrió unos 200 metros hasta el Hotel Sheraton, donde los militares pretendían encerrar a Al Araji en una sala a la espera de órdenes. Ese camino fue un vía crucis de empujones, insultos y hasta golpes en una demostración más de que los soldados estadounidenses no saben en qué país se encuentran. Algún jeque y algún periodista acabó magullado.

Tras 15 minutos de tensa discusión, durante los que llegaron refuerzos estadounidenses, tres soldados sacaron de la sala a Al Araji a la carrera y, retorciendo el cuello del clérigo con el brazo para que no escapara, lo introdujeron en un ascensor, donde subió hasta la planta 11. Poco después, Al Araji fue llevado al aeropuerto. Y, ante el pasmo general, unas horas después fue puesto en libertad. Todo ese circo made in USA para nada.