Recep Tayyip Erdogan tenía aún en la boca el gusto del champán que se había bebido en Bruselas cuando llegó, radiante, a Estambul. Allí volvió a brindar, la madrugada de ayer, con miles de simpatizantes por el acuerdo con los Veinticinco. "El conquistador de la UE", "La nueva estrella de la UE", le piropearon en las pancartas.

La mayoría de la prensa turca también secundó el entusiasmo. Muchas publicaciones abrieron con la palabra que con más énfasis pronunció horas antes Erdogan: "Besardik" Triunfamos. "Se ha abierto una de las páginas más importantes en los últimos cinco siglos de historia mundial. La revolución que ha empezado no es sólo una revolución para Turquía, sino para toda Europa", escribió Alí Bayramoglu, director del rotativo Yeni Safak . Una revolución que Erdogan llamó ayer en Ankara a celebrar como si fuera "una gran fiesta".

Algunos analistas recordaron el currículo del primer ministro turco y la paradoja de que un hombre que en su juventud defendió el islamismo intransigente frente a los "valores occidentales" haya sido el político que ha conducido y dirigido a Turquía a la "cristiana" Unión Europea.

Patinazo final

Y mientras Erdogan viajaba hacia Estambul, los líderes europeos comentaban las últimas palabras del mandatario turco en la cumbre. "Cada uno tuvo tres minutos para concluir y es costumbre felicitarse y brindar. Pero Erdogan tomó la palabra para decir que no se podía interpretar la decisión como un reconocimiento de Chipre", explicó, quejoso, el primer ministro irlandés, Bertie Ahern. "Los políticos turcos tienen muchas cosas que aprender. No somos vendedores de tapices", dijo Jean Asselborn, ministro de Exteriores de Luxemburgo.