Al menos 15 personas murieron y más de un centenar resultaron heridas ayer en la apocalíptica explosión de una canalización de gas a gran presión en una zona industrial en el suroeste de Bélgica, según el último balance provisional de las autoridades nacionales. La mayor parte de los heridos sufren graves quemaduras y algunos se encontraban anoche en estado crítico, por lo que no se descarta que el número de fallecidos aumente.

La tragedia se produjo poco después de las nueve de la mañana en el polígono industrial de Ghislenghien, a unos 40 kilómetros al suroeste de Bruselas, cuando un equipo de bomberos y de operarios había acudido a reparar una fuga de gas detectada media hora antes.

LLAMARADAS GIGANTESCAS La repentina explosión, de proporciones dantescas, provocó llamaradas de decenas de metros de altura y lanzó los cuerpos de numerosas personas a cientos de metros de distancia. Una cadena de explosiones sucesivas, que pudo escucharse a varios kilómetros de distancia, destruyó dos factorías y una gasolinera y dejó un amplio cráter, en medio de llamaradas gigantescas y densas humaredas negras. "Fue como un mini-Hiroshima", afirmó un testigo del suceso. "La tierra tembló", explicó un policía que acudía hacia la zona. "El ruido fue terrible"; "el sonido fue como un trueno inacabable", indicaron otros testigos.

Cuando llegaron los equipos de socorro, encontraron cuerpos y escombros esparcidos en una amplia zona de 500 metros alrededor del lugar del siniestro. "Había cuerpos en las áreas de aparcamiento, en los campos, automóviles quemados; parecía una zona de guerra", declaró el portavoz del cuerpo de bomberos.

Un porcentaje elevado de los muertos son bomberos que estaban estableciendo un perímetro de seguridad alrededor de la zona donde se había detectado la fuga de gas.

VACACIONES INTERRUMPIDAS Ante la magnitud del desastre, la escuela de Ghislenghiem se transformó en un centro sanitario improvisado, mientras los heridos más graves fueron trasladados a distintos hospitales de Bélgica y a la cercana Lille francesa. El rey Alberto y el primer ministro, Guy Verhofstadt, decidieron interrumpir sus vacaciones para acudir a la zona del desastre.

La fuga se produjo en la canalización que transporta a gran presión el gas natural entre el puerto de Zeebruge, en la costa belga, y la frontera francesa, según la compañía Fluxys, que gestiona la red de gaseoductos.

Fluxys está constituida por la petrolera Royal Dutch Shell, la compañía francesa Suez y un grupo de ayuntamientos belgas. Fluxys aseguró que la canalización había sido inmediatamente aislada y que la fuga se encontraba bajo control. La explosión obligó a cerrar la autopista próxima que une Bruselas con Lille y con el puerto de Calais.