Esta es una historia que podría no haber pasado. Que podría haber sido evitada. Que no habría costado mucho evitar. Pero ocurrió. Y sigue ocurriendo. Esta es la historia de un país, Grecia, que fue mandado al purgatorio por la vía económica para la expiación sus pecados.

La primera condena fue firmada en el 2010: «Cuando ese año, la UE vio el déficit griego, se comportó de una forma muy punitiva. Bruselas no quiso aceptar que Grecia necesitaba una condonación de parte de la deuda», recuerda Gikas Hardouvelis, economista y exministro de Finanzas griego en el 2014. Ese fue el primer rescate.

Luego vinieron dos más. Todos, evidentemente, con sus condiciones: recortes, bajada de las pensiones, despidos, disminución de los salarios, reducción de déficit, subida de impuestos. El mantra de la austeridad.

Los tres rescates fueron firmados por tres gobiernos distintos: el primero, por el socialdemócrata Pasok; el segundo, por la centroderechista Nueva Democracia; el tercero, por la formación izquierdista Syriza, que, con la idea de no hacerlo, convocó un referéndum. Lo ganó, pero al final, con la amenaza de la expulsión del euro, tuvo que pasar por el aro. Alexis Tsipras, primer ministro griego, lo firmó, y este domingo, en las elecciones generales, pagará el precio de haberlo hecho. Se espera una victoria holgada del candidato conservador, Kyriakos Mitsotakis.

TEMOR AL EFECTO DOMINÓ / «La UE -dice Hardouvelis- podría haber solucionado la crisis griega muy fácilmente: condonar la deuda y a otra cosa [Grecia representa, solo, el 2% del volumen económico de Europa]. Pero no lo hicieron porque tenían miedo de que si salvaban Grecia, entonces tendrían que salvar a Italia. Y después, a España».

Theoni dice que lo sabe perfectamente, que lo que hace es ilegal, claro, pero que no tiene alternativa. Theoni, 65 años, cobra una pensión y trabaja a la vez. Los fines de semana, de ocho de la tarde a tres de la madrugada. Lava platos. Por 20 euros al día. «No me alcanza. No puedo hacer otra cosa. Antes cobraba una pensión de 670 euros, pero con los recortes me la han acabado bajando a 419. Pago 200 euros de alquiler. No llego», dice Theoni, piel morena, cabello castaño, ojos cansados, desde un centro social del Pireo donde, desde hace dos años, viene a buscar algo de comida. El centro social está repleto de jubilados. El Estado griego ha recortado, en los últimos años, 13 veces las pensiones. «El Gobierno es muy duro y no tiene ningún sentido de humanidad», agrega.

Grecia ha pasado ya los peores años. Desde el 2017, el producto interior bruto (PIB) del país, aunque a un ritmo lento, está ascendiendo. Su crecimiento, en el 2018, ha sido del 1,8%. El desempleo ha pasado del 28% en el 2013 -el peor momento de la crisis- al 18% actual.

La de tímida recuperación económica es la baza de Syriza en las elecciones de hoy. Pero aún así, a menos que no haya un giro inesperado de guion, Tsipras perderá en las urnas. «Hemos perdido apoyos porque en la sociedad griega hay una decepción acumulada por todos estos años de rescates y sufrimiento. Muchos creyeron que Syriza podría acometer un cambio real en política económica.

Nuestro gobierno ha hecho algunas cosas, pero el cambio no ha sucedido», admite Dimitris Rapidis, miembro del partido del primer ministro. Y continúa: «Grecia ha perdido el 40% de su PIB en nueve años. Esto no es fácil de recuperar, y menos en tan poco tiempo».

Grecia no estaba preparada para lo que le vino. Su Estado, los partidos y sus instituciones, acostumbrados a ser laxos a la hora de imponer la ley, funcionar y cobrar impuestos, tardaron en responder a la crisis. Por aquel entonces ya fue muy tarde.

«Durante estos últimos años hemos visto un incremento de entre el 20% y el 25% de los sin techo, muchos de los cuales fueron desahuciados -explica Olga Theodorikakou, miembro de Klimaka, organización que ayuda a los colectivos más vulnerables de la sociedad griega-. Y los precios de la vivienda siguen aumentando, así que aún hay mucha más gente que está en riesgo de quedarse en la calle».

INCREMENTO DE SUICIDIOS / Theodorikakou dice que la crisis ha hecho subir el número de suicidios: de 377 en el 2010 a 555 en el 2014. «La crisis nunca es la razón principal para hacerlo, pero tiene un impacto clarísimo a la hora de tomar la decisión».

Para ganar las elecciones, Mitsotakis, el candidato de Nueva Democracia, ha ofrecido una bajada de impuestos a las clases medias, que son las que han aguantado el peso de los recortes impuestos por la troika. Pero hará falta mucho más para esperanzar a los griegos, acostumbrados a una depresión que, como un túnel infinito, lleva una década entera atormentándolos.

«¿El futuro?», se pregunta Gregoria, de 69 años, en el centro social del Pireo, donde ha ido a buscar su ración de comida. «Terrible. Espero que mis hijos puedan encontrar un trabajo digno algún día. Yo ya no podré. Ya es tarde para mí».