Soldados indonesios y voluntarios buscaban ayer, en la provincia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra, cuerpos de víctimas en las copas de los árboles y depositaban bebés muertos en cajas de pescado, tratado de limpiar la zona antes de que empiecen las epidemias. Según informó ayer el vicepresidente, Jusus Kalla, el tsunami puede haber matado a 10.000 personas en Indonesia.

Muchos de los muertos eran jóvenes y viejos que se ahogaron al ser golpeados por el agua contra las rocas y los escombros de casas arrancadas de sus cimientos.

Estados Unidos ofreció enviar equipos para hacer frente al desastre en la restringida zona de Aceh, normalmente fuera del alcance de las organizaciones humanitarias por las acciones terroristas de su implantada insurgencia independentista. Un portavoz gubernamental afirmó que la provincia se reabrirá a la ayuda extranjera el miércoles. Miles de cadáveres se apiñaban ayer en mezquitas, tiendas y grandes edificios a lo largo y ancho de Aceh, un día después del terremoto. Funcionarios del Gobierno se esforzaron por enterrar a los muertos lo antes posible, según la tradición musulmana.

Las Naciones Unidas temen que en los próximos días se produzcan epidemias, ya que, en todos los países de las costas asiáticas afectadas por los maremotos, los sistemas sanitarios no son eficaces. Algunos expertos creen que los efectos de las epidemias podrían ser tan devastadores como los desencadenados por el propio tsunami.