"Aunque no esté muerto físicamente, Yasir Arafat está muerto políticamente". El mismo día en que el líder palestino llegaba a París, el Gobierno israelí empezó a preparar la era post-Arafat y portavoces gubernamentales así empezaron a propagarlo. A petición palestina y egipcia, el primer ministro, Ariel Sharon, prometió que Arafat podrá regresar a Cisjordania cuando recupere la salud, pero el Ejecutivo israelí ya trabaja con la presunción de que el paisaje político ha cambiado drásticamente.

Después de tres años discutiendo y elaborando planes para expulsar a Arafat de Ramala, al final ha sido una enfermedad la que llevado al rais fuera de Cisjordania. Fuentes israelís comentaban a la prensa local que Israel continúa considerando a Arafat un "terrorista", y que la promesa de Sharon se basó en parte en "motivos humanitarios" y en parte porque Israel considera que la enfermedad del líder palestino es tan grave que el asunto de su regreso no se planteará.

PRIMERAS DISCREPANCIAS Mejor que sea así para Israel, ya que ayer aparecieron las primeras discrepancias con respecto a la promesa de Sharon. Tanto el titular de Exteriores, Silvam Shalom, como el de Defensa, Shaul Mofaz --partidarios en su momento de expulsar o matar a Arafat--, filtraron que la cuestión del regreso del rais "no se ha resuelto aún", según informó la radio israelí.