La comparecencia de Sadam ante el juez fue grabada por militares estadounidenses y después distribuida a todo el mundo; eso sí, previamente editada, lo que impidió ver algunos detalles de la sesión. Así, no hay imágenes de cómo Sadam y los otros 11 acusados llegaron a la sala, primero en un helicóptero y después en un minibús blindado, y escoltados por vehículos militares.

Como únicos testigos de la comparecencia histórica del dictador sólo había un puñado de periodistas y de dirigentes iraquís. La identidad del magistrado se mantiene en secreto por motivos de seguridad, por lo que en ningún momento de la grabación se ve su cara. El juez, según un alto cargo del tribunal, es el mismo que en abril ordenó el arresto del líder shií radical Moktada al Sadr.