Los ataques perpetrados este fin de semana por militares golpistas y milicias armadas contra Bengasi, la segunda ciudad de Libia, y contra la sede del Parlamento, en Trípoli, han dejado al descubierto una vez más el desconcierto político y la inseguridad que impera en el país. Los ataques en Bengasi han sido protagonizados por paramilitares liderados por el exgeneral Jalifa Hafter, mientras que el asalto al Parlamento lo han perpetrado grupos islamistas radicales.

En el asalto al Parlamento, que ha ido seguido de enfrentamientos en las calles de Trípoli entre las milicias y el Ejército, han muerto dos personas y 55 han resultado heridas, según datos del Ministerio de Justicia. El ministro Salah Al-Marghani, los incidentes en la capital no tienen "ningún vínculo" con la ofensiva lanzada el viernes por Hafter contra los grupos islamistas de Bengasi, que las autoridades han calificado de "intento de golpe de Estado".

La irrupción este domingo de las milicias armadas de Al Qaqaa y Al Sawaeq en el Parlamento se ha producido el día en que estaba previsto que los diputados dieran su voto de confianza al Gobierno de Ahmad Maitiq, elegido nuevo primer ministro el pasado día 4 de mayo. Sin embargo, tras ser advertidos sobre la inminente llegada de las milicias, originarias de Zintán y contrarias a la corriente islamista parlamentaria que respaldó la designación de Maitiq, los diputados decidieron levantar la sesión y abandonar el lugar.

Disconformes con el nuevo primer ministro

El pasado 29 de abril ya se había vivido un asalto similar a manos de milicianos disconformes con el proceso de elección del nuevo primer ministro. Pero este domingo, tras duros enfrentamientos en los que se han utilizado armas ligeras, medias y pesadas, las milicias han tomado el edificio y han prendido fuego a varios vehículos antes de retirarse en dirección al aeropuerto internacional. Varias fuentes han indicado que en su camino se han oído explosiones y ráfagas intermitentes de metralletas.

El presidente de la Cámara, Nuri Abu Sahmin, ha indicado en una intervención en la televisión estatal que se encuentra bien y en un lugar seguro desde donde continúa su trabajo con normalidad en coordinación con el resto de las instituciones del Estado. Asimismo, ha anunciado que las fuerzas de seguridad han recibido órdenes de reforzar sus posiciones en torno a todas las instituciones y centros vitales del Gobierno.

Ataques a milicias en Bengasi

Según un comunicado del Parlamento, en la sesión dominical también estaba previsto que se discutiera sobre la situación de seguridad en Bengasi, donde milicias y militares fieles al general retirado Jalifa Hafter, acusado el pasado febrero de planear un golpe de Estado, atacaron el viernes varios cuarteles de milicias en la ciudad. En esos enfrentamientos, al menos 70 personas murieron y 141 resultaron heridas, según el último informe facilitado por el Ministerio de Sanidad.

Debido a la tensa situación que se vive en Bengasi, el aeropuerto internacional de Benina ha cancelado sus vuelos y no los restablecerá hasta el martes, según su director Ibrahim Farkash.

Los hombres de Hafter, quien no reconoce la legitimidad del Parlamento, se han atrincherado en los barrios de Al Qawarsha, al Hawari y Sidi Frech.

Objetivo: grupos "terroristas"

Mientras las autoridades han calificado a Hafter de golpista, el exgeneral, que contó con apoyo aéreo y de varias unidades del Ejército, ha indicado que su objetivo era acabar con los grupos "terroristas y los que sirven a los terroristas", y que no ha pretendido dar "un golpe de Estado ni contra el poder ni contra la marcha democrática que han elegido los libios".

El antecedente más cercano a lo ocurrido ahora se remonta al pasado febrero, cuando los parlamentarios decidieron extender el mandato oficial del Parlamento, que finalizaba el día 7 de ese mes. Dicha decisión soliviantó los ánimos de numerosos políticos, milicianos y militares, que no dudaron en mostrar su indignación por la decisión. Entre quienes se pronunciaron destacaron Hafter, que pidió la disolución del Parlamento, así como los dirigentes de las milicias islamistas que han atacado el Parlamento, que ya entonces amenazaron con detener a los diputados si no se convocaban elecciones anticipadas.

Todas estas presiones han empujado a los legisladores a dar marcha atrás sobre su decisión y a proponer la celebración de elecciones lo antes posible. Sin embargo, hasta el momento no se ha fijado ninguna fecha para la celebración de dichos comicios, que deberían poner fin al periodo de transición.

Libia está próxima a la anarquía desde la caída de Muammar el Gadafi en octubre del 2011. Las autoridades que dirigen la transición no han logrado controlar a las diversas milicias urbanas que imponen su propia ley en el país. Formadas por antiguos combatientes rebeldes y dominadas por los islamistas, determinan la vida ante un Estado que no logra construir sus instituciones.