El Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela realizó ayer una nueva auditoría de la votación del referendo revocatorio presidencial y recalcó que ése era su "último aporte para promover la tranquilidad de la población". La oposición, que no asistió a este recuento de las papeletas, manifestó que "su resultado no detendrá el reclamo del fraude".

La ventaja de quienes votaron a favor de la continuidad de Hugo Chávez se amplió (más del 59%, contra menos del 41%) al contar los votos manuales en los lugares adonde no llegaron las máquinas. Pero la Coordinadora Democrática seguía dudando de los resultados y su líder político, el gobernador Enrique Mendoza, declaró: "No hay crimen perfecto. Menos cuando el delito consiste en estafar a más de 10 millones de personas".

Mendoza presentó "las primeras 500 pruebas de la tramposería " a los observadores de la Organización de Estados Americanos y del Centro Carter, que "no las consideraron". El rector del CNE, Jorge Rodríguez, salió al paso de las tesis informáticas sobre "algoritmos matemáticos" y sobre la "destrucción del sistema binario", y explicó que "el programa tenía un código de seguridad que destruiría el software si era alterado". El opositor Antonio Ledezma clamó que "la mayor prueba del gigantesco fraude es el calvario que sufre el pueblo". Rodríguez comentó: "La mayor parte de lo que se ha dicho no resiste al más somero análisis".

El rector del CNE pidió a la oposición que "aceptase los resultados y no negase la realidad". Ante la ausencia de testigos de la alianza opositora, Rodríguez aclaró que el recuento se hacía para "disipar cualquier duda de la ciudadanía que votó por el , pero en ningún caso para complacer a la coordinadora". El examen de las boletas mostraba que "los resultados de la votación iban a ser los mismos".

FRAUDE "MONSTRUOSO" Los opositores se sucedían en las teles privadas, insistiendo en lo "monstruoso del fraude", y hacían más llamamientos "a la resistencia civil y a la movilización". El diputado chavista William Lara aseguró que la oposición "manejaba una agenda oculta de violencia". El segundo de Chávez, Samuel Moncada, dijo: "Tenemos una oligarquía en insurrección que ahora quiere sabotear las elecciones regionales de septiembre".