Las autoridades francesas reconocieron ayer haber perdido contacto con los secuestradores de los periodistas Christian Chesnot y Georges Malbrunot en Irak el pasado 30 de septiembre, mientras arreciaba en París la polémica sobre el papel del Gobierno en la fracasada mediación extraoficial realizada por el diputado conservador Didier Julia.

Ante los diputados, el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, salió al paso de las críticas y aseguró que su Gobierno no hacía "un doble juego", aunque admitió que no se quiso descartar ninguna iniciativa para lograr la liberación de los rehenes. Raffarin achacó a la mediación de Julia la "brutal" interrupción del "proceso de liberación" de los dos cautivos iniciado el pasado 22 de septiembre, cuando el Gobierno recibió la "prueba" en forma de vídeo de que Christian Chesnot y Georges Malbrunot estaban vivos.

Frente a la polémica suscitada por la rocambolesca misión de Julia, que fracasó el pasado viernes, Raffarin reafirmó que la gestión del diputado conservador no fue "ni aprobada ni apoyada" por las autoridades. Sin embargo, admitió que su Gobierno no quiso obstaculizarla, ya que "todas las declaraciones debían ser examinadas en interés de los dos rehenes" franceses.

NACIONALIDAD DE LA MADRE Por otra parte, en Dublín, el Gobierno de la República de Irlanda, país neutral que no ha participado en la guerra de Irak, concedió ayer al rehén Kenneth Bigley el pasaporte irlandés para tratar de facilitar su liberación, ya que su madre es irlandesa. Mientras tanto, el ministro de Exteriores británico Jack Straw llegaba ayer al norte de Irak para entrevistarse con responsables kurdos. En Bagdad, el primer ministro iraquí, Iyad Alaui, dijo a Straw que su Gobierno hacía "todo lo posible" para liberarle.