Dos años de violencia física y torturas psicológicas. Este es el infierno que vivió Jamal al Harith, uno de los cinco presos británicos liberados esta semana, quien denunció ayer el clima de agresiones e intimidación reinante en la base estadounidense de Guantánamo. En sus primeras declaraciones tras la liberación, Al Harith, de 37 años, residente en Manchester, divorciado y padre de tres hijos, afirmó que, al negarse a recibir una misteriosa inyección, fue agredido a golpes, patadas y puñetazos.

Atado y en el suelo

"A veces podías estar atado en el suelo con las manos y los pies unidos. Uno de mis amigos me dijo que lo dejaron así durante 15 horas seguidas", declaró al periódico británico Daily Mirror . El exprisionero dijo haber permanecido encadenado cuando fue interrogado en 40 ocasiones por la CIA, el FBI y, más tarde, el MI5, los servicios secretos británicos. También señaló que los presos de la base vivían encerrados en celdas de alambres con suelos de hormigón, sin protección alguna de las inclemencias del tiempo y de animales como ratas o serpientes.

En esas condiciones, "los musulmanes tampoco podían lavarse para rezar, según marca su religión". "Los castigos y las palizas --aseguró-- corrían a cargo de miembros de la Extreme Reaction Force" (Fuerza de Acción Rápida).

"Ellos me dijeron que allí no tenía ningún derecho. Tras un tiempo, dejamos de exigir derechos humanos para pedir los derechos de los animales", comentó Harith, que dijo haber marchado a Pakistán a estudiar cultura islámica pocas semanas después de los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas y haber sido detenido en Afganistán, tras haber entrado en aquel país por error, cuando intentaba llegar hasta Turquía.

Encarcelado en la localidad afgana de Kandahar, los militares norteamericanos sospechaban de que se trataba de un espía y lo enviaron a base de Guantánamo el 11 de febrero del 2002. "El objetivo principal de Guantánamo era hundirte psicológicamente", señaló. "Las palizas no eran ni de lejos tan malas como la tortura psicológica. Los rasguños se curan después de una semana, pero este otro daño permanece", añadió el exprisionero de Estados Unidos.

El padre de Ruhal Ahmed, otro de los británicos detenidos y liberados el martes, anunció ayer que se propone llevar a juicio a las autoridades de EEUU. "Voy a demandarlos, y probablemente al Gobierno británico, también. Ruhal es una buena persona. No ha sido acusado de nada", declaró Riasoth Ahmed, quien sostuvo que su hijo ha sufrido mucho durante los dos años que ha permanecido en la prisión de la isla caribeña.

Un portavoz de las fuerzas del Mando Sur de Estados Unidos en Miami (EEUU) negó tajantemente en declaraciones a la emisora británica BBC las acusaciones de malos tratos. "Nosotros damos a nuestros prisioneros un trato humano, acorde con la Convención de Ginebra", indicó el portavoz norteamericano.