La esperada marcha del secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, cuya voz moderada chocó con la de los halcones del Gabinete del presidente George Bush por la guerra de Irak, se anunció por fin ayer en Washington. La Casa Blanca hizo pública la carta de dimisión que Powell entregó el viernes al presidente. "Creo que ahora que las elecciones han pasado, ha llegado el momento de que me marche", explicó en la misiva el jefe de la diplomacia.

Powell, el fiscal general, John Ashcroft, y el secretario de Comercio, Donald Evans, encabezan la lista de dimisionarios del Gabinete de Bush. A ellos también se sumaron ayer los secretarios de Educación, Rod Paige; de Energía, Spencer Abraham; y de Agricultura, Ann Veneman. Son ya 6 las renuncias sobre un total de 15 miembros del Gobierno.

SECRETO A VOCES Pero la campanada mayor es la de Powell. Los deseos de dimitir del jefe de la diplomacia eran un secreto a voces en Washington, por su debilitada posición en el Gabinete. Powell no comulgaba con la agresiva política hacia Irak que sostenían halcones como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, y el vicepresidente, Richard Cheney.

Powell no estuvo de acuerdo con el momento elegido para invadir Irak, a pesar de que se plegó a los deseos de Bush y defendió ardientemente ante la ONU las razones para lanzar la guerra. El 5 de febrero del 2003, en una célebre sesión ante el Consejo de Seguridad, el secretario de Estado exhibió fotos de satélites, gráficos y grabaciones magnetofónicas de conversaciones entre miembros del régimen iraquí con la intención de demostrar que Sadam Husein constituía un peligro mundial al que había que atacar, porque poseía armas de destrucción masiva.

CANSADO DE PELEAR Esas armas nunca aparecieron y el propio Powell confesó su pesar por haber defendido el principal argumento para lanzar la guerra empleando datos del espionaje equivocados o falsos. En los últimos dos años, los rumores sobre su dimisión menudearon en Washington. El pasado junio, su jefe de Gabinete, Larry Wilkerson, reveló en una entrevista que Powell estaba "cansado, mental y físicamente" de pelear dentro del Gabinete de Bush.

El secretario de Estado añadió que siempre pretendió "servir un solo mandato" y aclaró que seguirá en el cargo hasta que se nombre un sucesor, un proceso que puede durar "varias semanas, un mes o dos".