La consejera de Seguridad Nacional de EEUU, Condoleezza Rice, admitió ayer ante la comisión que investiga el 11-S que el país estaba "ciego" sobre la amenaza que representaba Al Qaeda antes de los atentados que mataron a más de 3.000 personas y achacó el problema a fallos estructurales en los servicios de inteligencia, y a trabas legales y burocráticas heredadas por el gobierno del presidente George W. Bush.

Después de meses de negarse a hacerlo, la consejera compareció en público y bajo juramento ante la comisión para defender el papel de Bush y su Gobierno en materia de seguridad y lucha antiterrorista en sus siete meses de gestión previos al 11 de septiembre de 2001. Durante casi tres horas, Rice rebatió a quienes acusan al presidente de ignorar la amenaza que representaba la red terrorista de Osama bin Laden. La asesora del presidente subrayó que desde el principio "la primera, principal y prioritaria directiva en política de seguridad "no era Rusia, ni la defensa antimisiles, ni Irak, sino la eliminación de Al Qaeda".

La consejera respondió a las acusaciones hechas ante la misma comisión por el exasesor de la Casa Blanca en materia de terrorismo Richard Clarke, quien afirmó hace dos semanas que Bush ignoró la amenaza de la red dirigida por Bin Laden. Rice defendió el papel del Gobierno en el manejo de la información que había recibido sobre el riesgo de un atentado y, en concreto, se refirió a un memorándum elaborado por Clarke, del que Bush y sus asesores tuvieron conocimiento el 6 de agosto, en el que se aludía a la presencia de células de Al Qaeda en territorio estadounidense.

Rice reconoció que el informe hablaba de posibles atentados dentro de las fronteras de EEUU, pero indicó que el documento sólo incluía información histórica sobre las actividades del grupo terrorista y no especificaba la posibilidad de un ataque inminente. El miembro de la comisión que preguntó a Rice sobre el citado memorándum, el demócrata Richard Ben-Veniste, pidió la desclasificación del documento.

Rice también contestó a las denuncias de Clarke acerca de que Bush utilizó el 11-S para vincular a Al Qaeda con el régimen de Sadam Husein y poder justificar la invasión de Irak. Rice replicó diciendo que "me consta que el presidente no presionó a nadie para que manipulara los hechos", aunque reconoció que Bush y sus más directos asesores analizaron la posibilidad de "hacer algo contra Irak" tras el 11-S.

El testimonio de Rice no convenció a los familiares de las víctimas de los atentados que estuvieron presentes en la comparecencia. La mayoría consideró la intervención "demasiado política" y expresó su escepticismo acerca de que algún día se sepa toda la verdad sobre el 11-S. Sin embargo, el presidente Bush tildó de "estupenda" la comparecencia.