El primer ministro israelí, Ariel Sharon, ha decidido expulsar a "decenas de miles" de palestinos que viven en aldeas árabes de Israel. Según explicó Sharon en una entrevista de la que el diario Haaretz publicó ayer un adelanto, la construcción del muro de Cisjordania permitirá a las autoridades israelís luchar de forma más vigorosa contra esos palestinos.

"Tenemos un problema con los que cumplen con su deseo de regresar infiltrándose en ciudades y aldeas árabes", dijo Sharon, quien añadió: "Ahora es muy difícil de controlar porque no hay valla. Pero en el mismo momento en el que la valla se complete, nuestra actividad para expulsarlos será mayor y sus posibilidades de regresar se reducirán".

LA DEMOGRAFIA De esta forma, Sharon admite que el muro, que Israel construye con el argumento de que es una medida de seguridad, también tiene funciones demográficas. Muchos palestinos, sobre todo refugiados, regresan ilegalmente a esas aldeas, donde en muchos casos se casan con otros palestinos que tienen ciudadanía israelí. Recientemente, el Supremo prohibió que estos cónyuges logren la ciudadanía israelí. Si Sharon lleva a cabo esta política de expulsión supondría la separación de familias o bien forzaría a árabes israelís a regresar a los territorios ocupados. En ambos casos, es una fórmula para luchar contra el mayor crecimiento de la población árabe, en comparación con la judía.

Por otro lado, la tensión creada tras el asesinato del jeque Ahmed Yasín no remite. Ayer, el escenario fue la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, donde la policía israelí disolvió con balas de acero recubiertas de caucho y gases a un grupo de palestinos que se enfrentaba a ellos a pedradas. Unos 15 palestinos resultaron heridos y otros 14, detenidos.

MURO DE LAS LAMENTACIONES Los incidentes empezaron cuando, según explicó Samuel Rabinovitch, rabino jefe del anexo Muro de las Lamentaciones, una piedra fue lanzada desde la Explanada hacia el Muro. Según Islamic Waqf, organización que gestiona la Explanada, ninguna piedra alcanzó el Muro. En el otro lado, miles de personas que se refugiaron en la mezquita de Al Aqsa lograron salir tras negociaciones entre el Waqf y la policía.

Mientras, tres palestinos murieron en la franja de Gaza y Belén. En la franja, un activista armado fue abatido cerca del asentamiento de Netzarim y un joven de 19 años, en el campo de refugiados de Rafah durante una operación militar.

Cerca de la Tumba de Raquel, un joven de 16 años murió de un tiro en el hígado, según fuentes israelís tras lanzar un explosivo contra los soldados.