Los terroristas palestinos reaparecen cuando el Gobierno israelí debe afrontar una peligrosa convulsión interna, a causa de la eventual retirada de Gaza, que coincide con el inicio del proceso sobre el muro de separación ante el Tribunal Internacional de La Haya. Sharon está sometido a la triple presión de la extrema derecha neofascista, de la comunidad internacional y de una opinión pública que empieza a salir del letargo o de la quimera sangrienta de aniquilar al adversario. Con la violencia endémica, la negación del vecino y la confusión, maniobra para tapar sus refriegas con la justicia y su condición de arquitecto del muro del oprobio. Cuando Israel sufre el zarpazo del terror, conviene advertir que las causas históricas, sociales o psicológicas no pueden alterar la calificación moral y la condena que merecen los terroristas y sus cómplices. Pero con ellos o sin ellos, Israel no vivirá en paz si no derriba el muro en que lo encierra Sharon.*Historiador y periodista.