El secuestro de los periodistas franceses Christian Chesnot y Georges Malbrunot, vinculado a la entrada en vigor de la controvertida ley que prohíbe el uso de signos religiosos en la escuela, provocó una gran tensión ayer en el comienzo del curso escolar en Francia. Sin embargo, salvo raras excepciones, la jornada "se desarrolló con normalidad", según el grupo especial de vigilancia creado por el Ministerio de Educación, que recalcó que se palpaba "una iniciativa colectiva para respetar el laicismo".

"El contexto, evidentemente, hace que todos se sientan responsables: padres, alumnos y profesores", dijo un portavoz del Ministerio de Educación. El hecho es que se vieron pocos velos islámicos y que las alumnas más recalcitrantes se mostraron discretas y no provocaron ningún incidente.

Las jóvenes que llegaron a las puertas de los centros escolares con la cabeza cubierta retiraron sus pañuelos antes de entrar. Hasta las más radicales se mostraron razonables ante la actitud de los responsables de las escuelas, que no expulsaron a nadie sin intentar negociar la retirada del pañuelo o el uso de una cinta más discreta.

La respuesta más ingeniosa fue la de dos alumnas de un instituto de Estrasburgo que sustituyeron el velo por sendas pelucas. Las jóvenes reconocieron que "es molesto, pero hay que aguantarse porque es la ley". Este truco fue ideado hace años por las estudiantes universitarias turcas para eludir la prohibición del velo en su propio país.