El cómico recuerda sus primeras actuaciones imitando a profesores del cole y ya prepara ‘J&D Adokings’, su nuevo show para las Fiestas del Pilar junto a Juako Malavirgen, y la posterior gira de su ‘Increíble pero cierzo’.

—No es tan fácil hacer reír...

—No, no. Contaba Gene Wilder, el de El jovencito Frankenstein, que si quería relajarse hacía un drama. «Pero si quiero trabajar, hago una comedia», decía. Yo aposté por la comedia desde pequeño, así que mi sueño era hacer lo que estoy haciendo.

—¿Hay que tener una personalidad especial para ser humorista?

—Hay estudios que dicen que los que nos dedicamos a la comedia tenemos rasgos de esquizofrenia (risas). Quizá eso es lo que nos hace ver la realidad de otra manera, tomarnos la vida diferente.

—¿Su caso es vocacional?

—Total. Mis primeras actuaciones eran imitando a los profesores en el colegio.

—¿El gracioso de la clase?

—Totalmente. El mismo al que mandaban los amigos de avanzadilla con las chicas para que luego se las quedaran ellos. Siempre he sido el gracioso, a veces el pesado según quién lo mire, pero nunca me ha importado.

—¿Cuánto tiempo lleva?

—Empecé con los monólogos en el 2002.

—¿Cuándo tuvo claro que se quería ganar la vida haciendo reír a los demás?

—Hay dos momentos clave para mí. El primero fue cuando vi a Tricicle en el Teatro Principal siendo un crío, con una ovación final de tres minutos con todo el mundo en pie. Me di cuenta de que yo quería hacer sentir a los demás lo que Tricicle me hizo sentir a mí aquella noche. El otro momento fue en la carrera. Estudié Historia y Magisterio musical. Haciendo las prácticas de esta me di cuenta de que no iba a ser capaz de ser maestro.

—¿Qué es lo mejor de su mundo?

—Es una profesión muy gratificante, tanto que la gente te para por la calle para darte las gracias. Al panadero no le dices qué buena estaba la baguette; ni a la cajera ‘qué bien me has cobrado’. A nosotros, sin embargo, no paran de halagarnos.

—¿Sigue con el ‘Increíble pero cierzo’?

—Sí. Una maravilla, fue muy bien. Estoy preparando la gira por Aragón y España.

—¿El humor aragonés es especial?

—Especial y maravilloso. Es ironía, somardismo, ese decir las cosas sin decirlas.

—¿Se entiende en otras regiones?

—La retranca gallega es muy parecida a nuestro humor somarda, decir las cosas sin decirlas, o decir una broma pero quedarte serio. En Galicia te cogen enseguida, pero no en otros lados. En el sur les va otra cosa, es más complicado.

—¿Tiene algún reto, sueño...?

—Me encantaría tener un fin de semana para mí solo en el Principal. También es verdad que soy muy de ‘virgencica que me quede como estoy’ y ya es un regalo para mí disfrutar de lo que hago.

—¿Solo humorista o algo más?

—Vengo del mundo del monólogo, pero la palabra monologuista no me gusta. Prefiero cómico o humorista. A ratos me siento actor, a ratos no porque no tengo estudios como tal. También he hecho guiones para la tele, radio..., aunque a mí ahora solo me apetece hacer comedia.