Con su conjunto, El triunfo de Ariadna, abre el lunes en el Auditorio el VII Ciclo de adviento de Zaragoza, dirigido por esta organista y clavecinista ejeana y en el que participa, entre otros, Manfredo Kraemer, el mejor violinista del mundo.

—¿Qué es El triunfo de Ariadna?

—Es un conjunto de música barroca que nació como agrupación en el 2016 con la idea de poder hacer repertorio barroco pero que llegase mucho al alma. Nació en Aragón con los hermanos Baleta y todo aragoneses. Nos centrábamos en música renacentista, pero el interés por otro tipos de música nos hizo crecer hacia otros intérpretes y ahora nos centramos en música de los siglos XVII y XVIII.

—¿Qué instrumentos utilizan?

—Tenemos una colección de originales, sobre todo forty pianos ingleses del siglo XVIII. Buscamos un repertorio que atraiga a un nuevo público y mostrar la música tan hermosa que hay en estos siglos para llegar al alma del oyente.

—¿Percibe un interés creciente por esta música de otras épocas?

—Sí, sobre todo en Zaragoza. Ha sido un caldo de cultivo para muchos grupos de música antigua. Tiene un público especial, muy melómano, muy conocedor de los repertorios de música antigua. Con el repertorio que vamos a ofrecer en el Auditiorio, empezamos un recorrido que seguro que va a dar sus frutos.

—¿Qué ofrecen en el ciclo de adviento que empieza el lunes?

—Este periodo de adviento yo lo conocí fuera, tocando en Viena o Estrasburgo, que para mí fue un choque emocional por sus belenes, su vino caliente, su ambiente… y su música, música de calidad. Me propuse traerlo a Zaragoza y situar a la ciudad en este mapa de la cultura de adviento. El que no haya escuchado el Salve Regina de Porpora y venga, se va a enganchar seguro y repetirá.

—¿Sigue tocando el órgano?

—Sí, pero en el ciclo participo como clavecinista. Al invitar a este elenco de artistas me pareció que era el momento ideal para hacer este concierto en clave.

—¿Quedan muchos organistas?

SEmDSí. Está habiendo un momento de recuperación. Hay una corriente que está sacando el órgano de ese recuerdo de algo más oscuro. Está empezando a renacer. Hay gente joven maravillosa haciendo repertorios divertidísimos. No ha llegado el boom pero estamos en ello.

—¿Toda su vida en la música?

SEmDSí. Me encanta, además, organizar cosas como esta que pueden dejar huella en la ciudad. Es un ciclo joven, pero que venga Manfredo Kraemer, que es el mejor violinista del mundo, es lo más interesante. Zaragoza necesita estar en el mapa de la cultura musical y este ciclo ocupa un espacio que estaba libre. Ahora tenemos la colaboración del Auditorio y es la primera vez que un ciclo musical de Zaragoza cuenta nada menos que con la ayuda de Acción Cultural Española, que es una institución dentro del Ministerio de Cultura.

—¿Y su pasión por el órgano?

SEmDLo escuchaba de pequeña y me atrapó. Mi madre cuidaba una iglesia y nosotros íbamos allí, nos metíamos por los recovecos, escuchábamos al cura tocar... A mí me gustaba mucho pero no me dejaban tocarlo. «Primero aprende a tocar el piano y luego podrás tocar este», me decía el cura. Y eso hice.