Hostelero, histórico del PC, hijo predilecto de Zaragoza, primer presidente de Horeca y hasta actor. Es genio y figura, como su casa, centro de reunión política y cultural que acaba de cumplir 80 años. Lo han celebrado con una reedición de sus memorias bajo el brazo.

-¿Cuántas historias conservan las paredes de Casa Emilio?

-Muchas. Es lo que hemos recogido en el libro digital que acabamos de editar. Lo propuso Pilar Escoda y le hicimos caso. Es una reedición de un libro que, entre otras cosas, recoge historias que más de cien personajes de todos los pelajes vivieron aquí, entre los años 70 y 80. Es una crónica de lo que fue Zaragoza, con textos de Gómez de las Roces, Santiago Marraco, Labordeta, Emilio Gastón, La Bullonera, Paco Bono... Al leerles, vimos que la casa esconde historias que ni conocíamos.

-¿Por ejemplo?

-Reuniones clandestinas o historias que comenzaron aquí, como una campaña que se hizo para salvar al Mercado Central, una noche que vinieron a cenar Emilio Gastón y Guillermo Fatás. Y momentos memorables, con gente que venía a actuar a Zaragoza y acababa cantando. Recuerdo a Víctor Manuel. Son cosas impagables.

-Hablando de artistas, en su ‘casa’ sigue teniendo esa pared llena de rúbricas y un rincón para Labordeta.

-Fíjate que yo dije que él aquí solo cantaba rancheras. Y mi amiga Marta Navarro me descubrió que no era verdad. Me mandó un vídeo grabado por Mariano Gistaín, en el que una mesa se ponía a cantar La Albada, hasta que Labordeta se incorporaba. Ahí se callaron todos, para escucharle.

-Casa Emilio tiene personajes especiales hasta en el equipo. En el libro rinden un homenaje a su Josemari Tomás.

-Es que igual que Casa Emilio no es solo un restaurante, él no era solo un camarero. Estuvo aquí 48 años. José Mari hasta sale en un libro de Martínez de Pisón, en Tiempo de Mujeres.

-Por cierto, ¿quién fundó Casa Emilio?

-Fue mi abuelo, Emilio Lacambra Aineto, mayor de cinco hermanos. Su padre falleció cuando él tenía 9 años y comenzó a trabajar de pinche. Se vino a Zaragoza andando desde Huesca, ¡andando!... Al final de la guerra, montó aquí una tienda de ultramarinos, con unas mesas. La tienda no funcionó pero el restaurante, sí. De ahí pasó a mi abuela, mis padres... Yo me hice cargo en 1966.

-La biografía de la casa da para un libro. Y la suya, también. ¡Si hasta ha sido actor con Borau, Forqué o Artero!

-La historia de la primera película, Tata Mía, es muy divertida. Un día cayó por aquí Borau. Le dije que me dejara ir a ver el rodaje por curiosidad intelectual, aunque fuera para llevar el botijo. Y me dio un papel. El productor era Isasi-Isasmendi, y lo pasó tan bien, que me llamó para rodar. Luego, conocí al Forqué. Así fue ocurriendo. Y he hecho cortos, teatro...

-También estuvo muy implicado en el movimiento vecinal, fue el primer presidente de la Federación de Hostelería (Horeca)...

-Lo de Horeca vino después. Y ahí me precio de haber sido el presidente gremial que más escuelas ha montado. Tuve claro que la formación era vital para dignificar la profesión. Y la del movimiento vecinal fue una etapa intensa de los años 70. Después lo dejé porque con la legalización del PC, me metí de lleno en la campaña electoral. Yo llevaba militando desde 1965 y aún estoy, aunque ya no hago nada.

-¿Echa de menos la política?

-Al contrario, estoy bastante decepcionado. Es triste porque, de 1965 a 1975, yo por ideales me he jugado la vida y esta casa, porque era una estafeta del PC. Por eso siempre he votado, porque luché para votar. Pero ahora estoy dubitativo. Veo una pobreza intelectual en la clase política terrible. Comparas lo que es el parlamento español con lo que era en el 77... Y, en fin. Los que vivimos la transición nos estábamos jugando tanto que limábamos muchas asperezas. En esta casa, siempre hubo gente de un lado y del otro. Y amigos. Ahora hay una inconsciencia absoluta.

-Pero sigue siendo comunista... ¿Le resulta complicado?

-¡Claro! Nos dan hasta en el carnet de identidad. Cuando se queja Pablo Iglesias del tratamiento que le daba en los medios me da la risa. Digo: «este muchacho no sabe lo que es que no te publiquen más de maldades». (risas) Estos tienen medios que les amparan y sus propios medios.

-Casa Emilio resistió mucho tiempo a la presión inmobiliaria... Y aquí siguen.</b>

-Ha sido doloroso. Pero tenía que resistir. El sector inmobiliario ha sido el causante de la crisis con la connivencia de los bancos. Ellos nos llevaron a la ruina. Irme de aquí era claudicar.

-Zaragoza le nombró Hijo Predilecto. ¿Se da cuenta también de que es un personaje de la ciudad?

-Cuando me nombraron hijo predilecto lo dije. Hay que hacer esa distinción a todos los curritos que se levantan a las ocho para ir a trabajar, que son los que han hecho que esta ciudad sea inmortal.