Este joven, de nombre real Luis Guía, es el único ‘youtuber’ que ha dejado Andorra. En su caso, la de Teruel, su pueblo, para irse a Madrid. Su canal, centrado en juegos como Sonic o o Minecraft, tiene casi tres millones de suscriptores. Y sí, a sus 23 años, vive de eso.

--Me va a permitir empezar con la broma. Con la que está cayendo, hemos encontrado al único ‘youtuber’ que se ha ido «de» y no «a» Andorra...

--(risas) ¡Sí! Creo que soy el único. Pero yo me fui de Andorra la buena! Mi Andorra es un pueblo de 8.000 habitantes que echo de menos pero del que me vino muy bien salir, porque yo ya tenía en ese momento un crecimiento. Y es un sitio al que cada vez que tengo que ir me cuesta bastante. Ya que hablamos de impuestos... Con la otra Andorra, menuda se ha montado, sí. La verdad es que no me convence mucho esa migración. Opinar es fácil. No sé qué haría si ganara otras cantidades de dinero. Pero...

--¡De momento, tiene casi 3 millones de suscriptores y vive de su trabajo soñado!

--Desde hace cuatro años puedo vivir de esto. Pero llevo ocho. Es lo que la gente no ve. Hasta 2017 estuve de vacío. Como todo, necesita tiempo y esfuerzo. No pienso mucho en el número de seguidores. Para mí, esto ya es un sueño cumplido. Tengo muchos seguidores en Latinoamérica, sobre todo, en México y Argentina. ¡No sé por qué!

--Usted publica, sobre todo, vídeos de Sonic... Y ahora de Minecraft. Su alter ego, León Picarón, tiene hasta su propio avatar

--Ahora estoy mirando otras cosas, pero es cierto que mi canal siempre ha sido mayoritariamente reconocido por contenido relacionado con Sonic. Y, sí, León Picarón existe. Cuando llegué a dos millones de suscritores, un animador me hizo una animación con una canción... Los raps no me salen mal y, de hecho, he publicado alguno, llegando hasta los ocho millones de visitas. Así que, para celebrar esa cifra, encontré una cantante que, por cierto, es de Zaragoza, Elem, e hicimos un rap.

--Cuando cita con naturalidad esas cifras, pienso en las audiencias de televisión. ¿El consumo ha cambiado para siempre?

--Totalmente. Los medios de consumo han cambiado. Yo recuerdo cuando era pequeño tenía que ir a un canal a una hora para verlo. Hoy en día, eso no ocurre. Si algo entra en tendencia, nosotros tenemos mucho más a mano hacer algo que un programa de televisión. Cada uno tenemos nuestro pequeño canal. No sé hasta qué punto llegaremos. Yo televisión no veo. Si quiero ver una peli, veo Netflix, Si quiero un vídeo, Youtube o Twitch.

--Ahora que cita Twitch, 500.000 personas siguieron este año las Campanadas de Ibai en directo. ¿Qué piensa de este canal?

--Yo sigo en Youtube, no descarto Twicht porque es la plataforma por excelencia para hacer directos. Te pagan y te tratan mejor. De momento, yo tengo una serie de Minecraft, que lleva en alto muchos años y donde he tenido directos de 10.000 personas. Cada viernes, a las 9 de la noche. Y ahí sigo, en Youtube.

--¿Siente la responsabilidad que tiene como creador de contenido?

--He ido sintiendo ese peso con el tiempo. Creo que le pasa a mucha gente en la nueva generación de youtubers. Porque en mi público hay de todo... ¡Una vez me escribió un chico de 30 años que me veía desde Japón! Pero, sobre todo, de 4 a 14 o o16 años. Todos hemos metido la pata alguna vez pero, en un momento dado, reparé y me di cuenta de que me seguía mucha gente.

--¿Cómo empezó con esto?

--Estaba en Andorra, en tercero de la ESO y descubrí al Rubius por Youtube. Hubo un vídeo suyo, que era un especial 500.000. Ahora no es para tanto pero tener medio millar de seguidores en 2012 era una pasada. Le escuché agradecer a la gente que le siguieran: «porque gracias a vosotros este es mi trabajo». Y mi mente dio un vuelco y pensó: «¡espera un momento! ¿Esto es un trabajo? ¡Es el trabajo de mis sueños!» Entonces, empecé a hacer vídeos, aunque, al principio, fue como afición.

--Y, ¿por qué se fue a Madrid?

--Llegó un momento que me invitaban a eventos en Madrid a los que tenía que ir. Era un lío, con las comunicaciones que hay en Teruel. También me apetecía.

--¿Es consciente de que su mundo tiene un mercado inestable?

--Yo por suerte me he posicionado y las variaciones no me suponen un peligro. Pero sí, este trabajo es variable. Ganamos dinero de la publicidad. Ahora, mucha gente me pregunta que si me veo con 60 años haciendo esto y la verdad es que sí. Creo que el de 'youtuber' es un trabajo más. Solo falta que se normalice. A mi familia, antes, le costaba entenderlo. Ahora, cuando voy a Andorra, mi abuelo pregunta por el negocio, yo le digo que bien y el responde: «Pues, hala, ¡a comer!». (risas)

--¿Conoce a otros ‘youtubers’ aragoneses?

--De los que más audiencia tenemos, está Pirus, que tiene 6 millones, es de Zaragoza, y está en Andorra... ¡La mala! Luego voy yo y luego, creo que Tiparraco, un canal de cámaras ocultas al que he seguido mucho.