Han sido cuatro las personas nacidas este año en Mara, un pueblo de 220 habitantes y al que "se van acercando en pequeños grupos los fines de semana" visitantes foráneos atraídos por la excavación del cerro en el que en 1985 Francisco Burillo vio aflorar en una ladera una piedra sillar e intuyó que allí estaba Ségeda. Era la ciudad que a principios del siglo XX buscaba Schulten: más grande aún que Numancia y acuñadora de moneda. Para poder comprar en el mercadillo, se cambiaban copias de ases segetanos acuñados en el 160 a.C. por euros. Pasaron los tiempos de los buscadores de metales y los vecinos dejaron de llamar buscabotijos a los arqueólogos. La excavación de este año cuenta con 36.000 euros de la DGA y otros 60.000 euros del Inaem.

El narrador presentó la escena primera: "Todo parece normal en Ségeda este nuevo día. Los hombres y las mujeres han salido, los niños juegan en las calles." Y la plaza se fue llenando de figurantes. "Muchos de los segedenses están inquietos por recibir noticias sobre la embajada que la ciudad celtibérica del Perejiles envió a la poderosa Roma. De este resultado depende la paz o la guerra".

Los emisarios regresaron de Roma con malas noticias. Ségeda se prepara para la guerra, mientras llegan rumores de que 30.000 soldados romanos han desembarcado en Tarraco y vienen a atacar la ciudad que osó ampliar sus muros contra la normativa del imperio. Ante esta amenaza los segedenses abandonaron para siempre su ciudad rumbo a la amiga Numancia, pero prepararon una escaramuza a los romanos en el camino, el día de Vulcano, y les vencieron.

Todo esto lo fueron representando hombres, mujeres y niños en la plaza mayor de Mara. El alcalde era un senador romano, el prospector de Arcóbriga, Luis Alberto Gonzalo, era el druida indígena, y se utilizaban armas e instrumentos fabricados por Mariano Ostalé: falcatas, espadas,.. de otras halladas en Alcorisa, Avila o Arcóbriga.

Terminó la batalla y los celtíberos danzaron. El narrador acabó su relato: "Y así, entre guerras y paces, fiestas y riñas, risas y lamentos, fueron pasando años y siglos hasta que una capa de tierra y de olvido cubrió los muros de Ségeda y el recuerdo de sus avatares".

Ya entrada la tarde, se iniciaban en la plaza de Mara los III Juegos Celtíbero-Romanos, con competiciones de soliferrum, toques de trompa ibérica y tiro con arco. Fue todo un éxito.