El barrio de La Llana cumplirá en 2015 cien años. Un siglo de vida, aunque existe constancia histórica de que esta zona urbana dependiente de Ejea bebe de su poso medieval. Así, estas tierras "eran conocidas como La Plana o La Llana de San Sebastián, por una colina situada al sur del río Arba de Biel", indica su alcalde pedáneo, Julio Ezquerra. Ahí se encontraba la ermita en honor a este santo, aunque el templo se hizo famoso porque durante "la mitad del siglo XIX, un brote de peste asoló a los vecinos de Ejea, que le hicieron unos votos a San Roque. Fue entonces cuando comenzaron a subir en romería hasta el templo situado en La Llana", precisa el edil.

Desde el siglo XIX, hasta principios del siglo XX, la Llana fue una zona dedicada al cultivo, "en estas tierras se encontraba el campo santo y el vía crucis, conocido como el camino del calvario, en memoria de esas cruces conservamos una a la entrada del barrio", precisa el alcalde.

Otro de los elementos referenciales del barrio es el pozo de hielo, que servía para almacenar este material que se utilizaba para la conservación de alimentos, especialmente en verano. Además, el hielo también "lo utilizaban para las curaciones de fiebres y diversas dolencias", cuenta Ezquerra. El alcalde también alude a la estanca, "que por aquel entonces ya era una zona de recreo y ocio para los vecinos". Un entorno natural "donde se podía navegar en barca", argumenta.

Los primeros habitantes llegaron a La Llana en 1915. En su mayoría eran pastores, labradores, jornaleros y empleados del recién inaugurado ferrocarril Gallur--Sádaba. "Ellos mismos empezaron a levantar sus viviendas con las adobas que fabricaban sin planificación urbanística alguna. Un material que se fabricaba en el lateral de la estanca", explica Julio, quien precisa que "las primeras calles del barrio fueron Aguador y la plaza Oeste, cerca de la carretera Gallur-Sanguesa, hoy como conocida la Llana Vieja".

En 1918 vivían en el barrio 38 familias. "Muy pronto, todos ellos empezaron a luchar para revindicar sus necesidades urbanísticas", comenta el alcalde pedáneo. Así, un año más tarde, en 1919. les llegó la luz, aunque el agua potable no fue real hasta el 1926. Es por ello que los vecinos del barrio "lavaban en el río o en la estanca", precisa Julio Ezquerra.

Habrá que esperar hasta 1921 cuando el Ayuntamiento de Ejea legalizó la situación de las viviendas. "Poco a poco, La Llana se fue viendo como se convertía en una zona urbana de Ejea", apunta el alcalde.

Luego comenzaron a llegar más servicios. Por ejemplo, a comienzos de los años 30 se abrió el colegio publico, que además de lugar para la docencia se convirtió en espacio de reuniones y trabajos fuera del horario escolar. Por ejemplo, "los domingos se utilizaba como capilla", indica Ezquerra. Diez años más tarde, llegaron a La Llana los monjes capuchinos de San Antonio. "Ellos se encargaban de dar catecismo, cultura general y oficiar la misa de los domingos. De aquí es de donde nace la fiesta de San Antonio en el barrio", indica Ezquerra. Reforzada ésta en los años 50, cuando una vecina del barrio llamada María Longás sacó una imagen del santo "a la ventana de su casa y todo el barrio le hizo su ofrenda y una hoguera", comenta Julio. Esta tradición se recuperó el año pasado.

AÑOS 60

Ya en los años 60 llegaron unos nuevos vecinos. 56 familias que llenaron las viviendas sindicales. Seis años más tarde, se instaló la fábrica conservera, "mas conocida como la embotadora", indica Julio Ezquerra, aunque esta industria cerró sus puertas en marzo de 1998. Fue un momento duro para el barrio, ya que muchas personas trabajaban en ella. Sin embargo, todas las adversidades vividas por los vecinos de La Llana han sido más pequeñas gracias al apoyo que les ha prestado la asociación de vecinos, que se creó en el año 1976 de la mano de un joven cura llamado Carlos Bardavio Gracia. "Al principio estaba formada por siete y ocho personas, pero poco a poco fueron dinamizando el barrio", indica Ezquerra, ya que se empezaron a programar actividades religiosas, culturales y deportivas, como fútbol, folclore y teatro. "Muchos vecinos dicen que el sacerdote fue el motor del barrio", dice el alcalde.

Vinculada a la congregación religiosa de las Hermanas Siervas de los Pobres se inauguró en 1975 la guardería, "que también tuvieron un papel muy importante", dice el edil, por ejemplo para la puesta en marcha el 1 de septiembre de 1977, "aunque estaba sin terminar", precisa el alcalde. Ya a comienzos de los años 80 había en La Llana 198 familias. Muchos de los hijos de éstas acuden diariamente al colegio Ferrer y Racaj, que abre sus puertas en 1986 en el edificio "que hoy es el centro de reunión de todos los vecinos que vivimos aquí", porque se dan cita la junta vecinal, la asociación de vecinos, la comisión de festejos y "todas aquellas personas que desean que la historia de La Llana se mantenga viva. Para ello hicimos el CD que se presentó en agosto del año pasado", dice Ezquerra. Así como todas las propuestas que a mediados de diciembre tendrán lugar en el barrio. Una de las más importante, la inauguración de unos jardines dedicados a Carlos Bardavio.