Los pueblos de Cinco Villas se llenaban de devotos cofrades, vistosas procesiones y cientos de turistas para celebrar la Semana Santa. Una de las localidades más concurridas fue Tauste, donde se volvió a revivir la Pasión de Cristo en la procesión del Viernes Santo en la que participaron los vecinos vestidos de ángeles, romanos, y los miembros de las cinco cofradías existentes en el municipio (Dolorosa, Las Siete Palabras, los Asfas, el Nazareno y los Alabarderos, que acompañan al Cristo).

En Ejea tuvieron lugar los actos religiosos cargados de solemnidad. Igual que en Sádaba, donde la cofradía de tambores puso la nota de color a las procesiones. Asimismo, esta formación se ha ampliado con nuevas incorporaciones: cinco niños pequeños del propio municipio.

Igualmente, llena de tradición, se vivía en Orés, ya que, como cada Viernes Santo las calles se llena de vecinos para asistir a la procesión del Santo Entierro en la que se entonaban antiquísimos cantos para revivir la Pasión de Cristo.

Recuperar las tradiciones

En Orés la Semana Santa tenía un sabor muy especial, ya que se ha recuperado la tradición de tocar en las procesiones las carracas. De esta forma, cinco niños del municipio eran los encargados de amenizar los actos arrancando los sonidos a estos antiquísimos instrumentos compuestos de pequeños martillos de madera que suenan al ser golpeados.

Además, el Sábado Santo se procedió a la reunión anual de Cofradía Virgen de Yerzol, compuesta por 205 socios con edades comprendidas entre los 30 y 40 años. Esta formación es la encargada de impulsar los trabajos de restauración del templo que lleva su nombre. También se ocupa de organizar las romerías que tienen lugar hasta el 23 de abril, y el segundo domingo de agosto, respectivamente.

NURIA ASIN