Unas 400 personas se concentraron el pasado 31 de enero en la plaza de la Magdalena para protestar por la "represión" policial y la vigilancia "excesiva" que, a su juicio, habían sufrido en los dos fines de semana anteriores coincidiendo con las manifestaciones de apoyo al barrio burgalés de Gamonal y los posteriores disturbios. Esta vez no hubo episodios desagradables que lamentar. Se cumplió así el silogismo que expresaba uno de los asistentes a la manifestación, Juan Peiró. "Cuando no hay Policía, no hay disturbios. Si empiezan a identificar a grupos de 90 jóvenes, es normal que la gente se enfade. Da que pensar que no pase nada cuando no aparecen", añadió.

El razonamiento se cumplió hasta extremos insólitos. Y es que la concentración en la plaza no estaba comunicada a la Delegación del Gobierno, según confirmaron fuentes del organismo, y además derivó en una manifestación que recorrió el Coso Bajo, Echegaray y Caballero y San Vicente de Paúl, hasta volver al punto de partida. Salvo un par de agentes de la Policía Local regulando el corte de tráfico momentáneo en la ribera, no hubo más presencia de la Autoridad, y la marcha transcurrió sin incidentes. Los convocantes habían hecho un llamamiento a la solidaridad de los movimientos vecinales y sociales de la ciudad, "porque nuestra lucha es la de todos los barrios".

El dispositivo del Cuerpo Nacional de Policía existía, eso sí, y bien visible, en un amplio cordón alrededor de la Magdalena, en las murallas romanas y el paseo de la Independencia, con al menos una decena de furgones. Pero los manifestantes no se alejaron tanto del foco de su reivindicación. En la marcha volvieron a pedir la libertad --o retirada de cargos--, para los 13 detenidos que, dos fines de semana antes, se registraron en Zaragoza por los disturbios en el centro.

A la mayoría se les imputan desórdenes públicos, aunque un menor está encartado por atentado por lanzarle un cenicero de cristal a un agente de la Policía Local. También protestaron por el "acoso" al que, sostuvieron, se ven sometidos por la Policía con identificaciones constantes. "Somos vecinos, no asesinos", coreaban algunos de los congregados en la plaza de la Magdalena, escenario donde un día después un centenar de personas exigieron la liberación de los 13 detenidos.