“Tu hogar es el lugar más seguro, es donde bajas la guardia, y cuando un peligro entra en él y dejas de hallar seguridad en tu propia casa sientes que no tienes a qué aferrarte. Puede ser terrorífico”. No, no se refería la psicóloga noruega Helene Flood (1982), reconvertida en novelista negra, a la amenaza latente que estos días comparte medio mundo a que el coronavirus se cuele en nuestro confinamiento hogareño. La entrevista con la autora tuvo lugar justo antes de que se disparara la alerta sanitaria en Barcelona y, aunque bien puede aplicarse a esta inédita situación, se refería al autoaislamiento de la protagonista de ‘La psicóloga’ (Planeta / Columna), un ‘thriller’ psicológico estilo ‘domestic noir’ que recoge ecos de fenómenos editoriales como ‘La chica del tren’, de Paula Hawkins, ‘La mujer de la ventana’, de A.J. Finn, ‘Te veo’, de Teresa Driscoll, o ‘Perdida’, de Gillian Flynn.

Fue precisamente la novela de esta última la que le inspiró a escribir la suya. “Leyéndola sentí que necesitaba saber qué había pasado, quién había hecho qué y, a la vez, me preocupaba la pareja, quería saber cómo habían terminado así”, comenta quien ha abrazado una rama del género negro que no es a la que nos tiene acostumbrados el ‘noir’ escandinavo, con notas de crítica social.

Sara, su protagonista, como alude el título, es, como Flood, psicóloga. Narra en primera persona y tiene la consulta en su casa de Oslo, un espacio que es casi un personaje más. Trata a adolescentes con problemas de ansiedad, depresión e insatisfacción personal, y su marido, arquitecto, es hallado muerto después de desaparecer. La policía sospecha de ella. El marido la engaña, sus propios recuerdos la engañan, la autora juega a engañar al lector, los personajes guardan secretos. “Como psicóloga, la mentira me fascina. Hay muchas formas de mentir, la mentira piadosa, mentir para protegerse a uno mismo por haber hecho algo malo o mal visto, el autoengaño, el mentir por lo que se cree un buen motivo cuando en realidad se está haciendo mucho daño. Y cómo nos engaña la memoria, me interesa saber cómo funciona. A veces estamos segurísimos de un recuerdo pero no significa que sea cierto, a menudo lo reconstruimos para hacer coherente nuestra historia, y nuestra memoria borra fácilmente lo que la contradice. No está claro que debamos confiar en nuestra memoria”, considera Flood, cuya tesis versó sobre violencia, revictimización y culpa postraumática.

Mentiras en terapia

“En terapia es habitual que el paciente mienta -asegura-. Se supone que en la relación terapéutica se dice la verdad, pero todos los seres humanos mentimos, incluso en nuestras conversaciones diarias con cualquiera. Yo he estado sentada en el diván, forma parte de nuestra formación como psicólogos saber cómo se siente uno como paciente al otro lado, y ves que es difícil decir la verdad y abrirte ante alguien que no conoces”.

“Quizá es bueno no decir siempre la verdad, aunque los secretos profundos que guardamos al final traen problemas”, avisa en referencia a la trama de la novela, cuyos derechos audiovisuales ha comprado Sony, y donde también se pregunta sobre “qué estamos dispuestos a sacrificar para tener buena relación con nuestros seres cercanos”.

Miedo profundo

Refleja también la ironía de que “una persona cuyo trabajo consiste en ayudar a los demás en sus líos mentales y a organizar sus vidas, cuando ella se encuentra en una situación difícil se da cuenta de que no es capaz de usar sus conocimientos como psicóloga para ayudarse a sí misma”.

Cuando le comunican a Sara la desaparición de su marido, Flood se la imaginó entrando en estado de ‘shock’. “Pero luego la hice reaccionar con un comportamiento frío que puede parecer algo extraño, no se pone a llorar ni se derrumba ante la policía. Está tan asustada que ese miedo profundo la convierte en paranoica y se pone en modo vigilancia, buscando peligros por todas partes. Se siente tan sola y aislada en esa casa que acaba por dudar de sí misma”. También el lector.