"Oh, Argentina, es un sentimiento, no puedo parar". Una multitud salió este domingo a las calles de las principales ciudades del país para dar profesión de fe y respaldar a un equipo, que acarició la gloria mundial en Maracaná. La Copa se fue de las manos en la prórroga del partido disputado ante Alemania (1-0), pero miles de personas quisieron agradecerle igualmente al seleccionado nacional el subcampeonato y "los huevos" puestos en una final esperada durante 24 años.

El canto burlón "Brasil, decime qué se siente" que se escuchó durante todo el Mundial ya no tenía razón de ser. La mofa venía del país vecino en las horas que la tristeza y la emoción se apoderaban de los corazones de una nación futbolera. La avenida 9 de Julio, la más importante de la capital argentina, fue escenario de lo que aquí se llama "la cultura del aguante" y que se expresa en el orgulloso e incondicional apoyo a los ídolos o a los colores de un equipo, en este caso el nacional. La adhesión ante todo. Las discusiones deportivas quedarán para otras circunstancias.

Cierre amargo

Bocinas y bombos tronaron en un ritual que mezcló el duelo y la celebración. Corrieron ríos de cerveza. Las familias desfilaron con sus hijos. Flamearon las banderas celeste y blanca. No solo hubo procesiones en el centro de Buenos Aires, sino en la mayoría de los barrios. Pero una serie de incidentes a pocas cuadras de la sede presidencial, al caer la noche, lograron lo que no pudo la derrota deportiva: cerrar con amargura y gases lacrimógenos el domingo. En Buenos Aires fueron arrestadas casi 40 personas. Una veintena, ocho de ellas policías, resultaron heridas. Los canales de televisión mostraron cómo linchaban a un hombre con golpes de puño y con el mástil de una bandera argentina.

Nadie quiso perderse el enfrentamiento y la derrota hizo pensar que todos se quedarían desconsolados en sus casas. Ocurrió, sin embargo, lo contrario. Hasta altas horas de madrugada, los programas televisivos trataron de encontrar la cuadratura del círculo. La pregunta sin respuesta tenía que ver con Leo Messi. Muchos quisieron saber por qué el rendimiento del nombrado Balón de Oro fue de mayor a menor. El árbitro Nicola Rizzoli fue el centro de las críticas por no haber cobrado el claro penalti que el portero Manuel Neuer hizo a Gonzalo Higuaín.

Recepción masiva

La selección regresa este lunes a Argentina y se espera unarecepción masiva. La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, saludará al plantel y al cuerpo técnico. La mandataria desistió de presenciar la final en Maracaná junto con su colega alemana Angela Merkel y la anfitriona Dilma Rousseff. Al terminar el partido, llamó por teléfono a Alejandro Sabella para felicitar al equipo por el esfuerzo y el segundo puesto.

Fue un mes donde el fútbol ocupó casi por completo la escena. Se vendió un televisor de plasma cada cinco minutos. Miles de argentinos viajaron a Brasil para demostrarle al planeta que no hay mejores y más apasionados hinchas que aquellos que se pintan los rostros con los colores de la bandera. Las exaltaciones patrióticas devinieron un lugar común. El Mundial atenuó los enconos, puso entre paréntesis una serie de conflictos políticos y económicos que pueden condicionar seriamente los meses que le quedan al kirchnerismo para concluir su gestión.

Respiro momentáneo

En Nueva York, la disputa judicial con los fondos especulativos ha puesto al país al borde de la suspensión de pagos. El frente interno también volverá a tensarse. La oposición quiere obligar al vicepresidente Amado Boudou, procesado por presunto cohecho, a pedir licencia en su cargo para enfrentar su situación judicial. El pasado viernes, apeló el falló en su contra dictado por el juez Ariel Lijo.

Según Jorge Fernández Díaz, columnista del diario 'La Nación' "el Mundial es a la política lo que un viaje de reconciliación es a una pareja en crisis: solo le da un respiro momentáneo y una falsa sensación de armonía; luego de ese paréntesis lamentablemente la realidad suele imponerse y la vida y sus conflictos renacen y siguen su curso. Pero el espejismo de la argentinidad produce una turbia exaltación de la nada".