Si de fútbol habláramos, 11 a 1 sería un tanteo de escándalo; también lo es si hacemos referencia a los meses que hay que trabajar durante el año (11) hasta llegar al mes de descanso (1). La Gran Patronal siempre gana por goleada. Tras este mes de relajo y asueto aparece en algunas personas el temido síndrome post-vacacional: apatía e injustificado cansancio y vértigo pseudopatológico ante el trabajo a realizar en las siguientes jornadas, motivado en gran parte por el recuerdo, aún muy vivo y presente, del ocio recién pasado. Además, en los veraneantes afectados se incrementa la sensación de falta de motivación y reconocimiento profesional; a su vez, pueden sentirse desbordados por la malvada bicha de la presión. En definitiva: el trabajo convertido en una obsesión dolorosa. O casi.

Pero esta situación --no me atrevería a llamarla enfermedad-- la cura la paciencia y el tiempo, y pronto: en 2 o 3 semanas todo solucionado; mientras tanto nos queda la referencia del inmediato fin de semana y el hacer de tripas corazón, ese fenómeno de reconversión visceral y mental al que en numerosas oportunidades hay que recurrir. No queda más remedio.

*Doctor en Medicina y radiólogo.