Decía ayer el consejero de Sanidad, Sebastián Celaya, que les hubiera gustado ir más deprisa con las obras del futuro hospital de Teruel. La verdad es que este proyecto es toda una demostración de lo que cuesta llevar a cabo los proyectos en Aragón. Han pasado diez años desde que se empezó a hablar del nuevo hospital y hasta el 2022 no estará construido. Casi nada. Además, se levantará en los mismo terrenos en los que se echó abajo el proyecto por parte del Gobierno popular por ser zona sísmica. Es la mayor inversión del Ejecutivo de Lambán y hay que pedir que no se frene más.