La peor crisis humanitaria mundial está teniendo lugar en la región de Darfur, en Sudán. Allí, el Gobierno sudanés respondió a una rebelión popular dando rienda suelta a las milicias árabes Yanyauid, que han violado, saqueado y quemado a su paso por toda la región. Más de 1.200.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus casas; hay 200.000 apiñadas en los campamentos para refugiados de Chad; y ya han muerto de 30.000 a 50.000 personas. El régimen de Jartum no puede hacer o no hará que las Yanyauid detengan lo que sólo puede ser calificado de agresión genocida.

El mundo no puede volverse de espaldas ante esta crisis. El presidente Bush debería condenar el genocidio y encabezar una campaña para movilizar una fuerza internacional de pacificación que intervenga, imponga un incierto alto el fuego y proteja los esfuerzos humanitarios. John Kerry debería unirse a dicha campaña, dando muestras de unidad de ambos partidos ante el Gobierno de Jartum y ante todos los países del mundo.

La Unión Africana ha declarado que se trata de un problema africano que debe ser resuelto por los africanos. El liderazgo africano es esencial y las fuerzas del continente deberían constituir el grueso más importante de la fuerza de paz. Pero el régimen de Sudan no aceptará fácilmente una fuerza internacional. Se requerirá la presión internacional para que así sea. Hasta ahora, la ONU no estaba dispuesta actuar con presteza. En los últimos debates, China, Rusia, Pakistán y Argelia han expresado sus reticencias a apoyar toda acción significativa. Sólo el liderazgo estadounidense, movilizando el apoyo de los europeos, puede crear el clima de opinión necesario para forzar la actuación.

EEUU no necesita y no debería estar al frente de la fuerza de intervención humanitaria. Pero el liderazgo estadounidense es vital para compeler a la acción. Y EEUU debe proveer el transporte y ayudar a organizar los suministros necesarios para la fuerza que reúna la Unión Africana.

BUSH sostiene que la guerra de Irak ha hecho que los regímenes de la región deseen apaciguar este país. El régimen de Jartum tomó el poder mediante un golpe de Estado militar en 1989 y tiene un historial de crueldad, represión y asesinato de su propio pueblo tan miserable que el analista Alex de Waal le acusa de practicar el "genocidio por la fuerza de la costumbre". Dicho régimen podría mostrarse más sensible ante una presión clara por parte de EEUU.

La debacle en Irak, por supuesto, reduce la atención y los recursos de EEUU, en detrimento incluso de la guerra contra el terrorismo. Ni la Casa Blanca, ni el Ejército, ni la opinión pública desean otra intervención, ni siquiera con fines humanitarios. Pero el presidente no puede pretender ser el defensor de la democracia y la libertad en el mundo árabe y, simultáneamente, dar la espalda a los horrores que se están produciendo en Darfur.

La comunidad diplomática se muestra cada vez más consternada por el alejamiento de Bush de sus aliados tradicionales, por su desdén hacia la ONU y por su poca disposición a realizar el arduo trabajo de orquestar coaliciones amplias para ejercer presiones diplomáticas y económicas. Pero la vía para avanzar en Sudán no es la intervención unilateral de EEUU, sino la alianza, la presión internacional, la actuación de la ONU y la intervención humanitaria organizada y dirigida por los propios africanos, con el respaldo de la ayuda europea y de EEUU.

Ahora es el momento de actuar. El Gobierno sudanés ha aceptado de mala gana a los observadores de la Unión Africana para el alto el fuego. Se han enviado pequeños destacamentos de soldados ruandeses. Pero se necesita una fuerza mucho mayor si se quiere conseguir un alto el fuego efectivo, y se requiere un gran esfuerzo para mitigar lo que ya es un desastre humanitario.

Ha llegado el momento de que Bush se implique. Quizá el senador Kerry, que ha criticado con acierto al presidente por aislar a EEUU en la comunidad internacional, pueda incitar a la acción proponiendo las medidas necesarias y apelando a la Casa Blanca para que actúe. Los riesgos son evidentes. Los perros de presa políticos del presidente podrían poner en entredicho a Kerry por intentar involucrar a EEUU en la salvación de vidas de africanos mientras critica al presidente por agotar a las tropas en Irak. Pero en algún momento debe ponerse fin a la contienda política. Se trata de la peor crisis humanitaria del nuevo siglo. Si no se actúa, la presidencia de Bush quedará manchada, al igual que la no-intervención en Ruanda sigue persiguiendo a Bill Clinton.

FINALMENTE,tendremos que ocuparnos de la realidad de la miseria africana, o los Estados fallidos, las plagas y las guerras religiosas y raciales continuarán atentando cada vez más contra nuestra seguridad. Pero ahora se nos llama a la acción por los dictados de la humanidad, no por los imperativos de la seguridad. La manera en que respondamos a esta crisis dará la medida de la clase de personas que somos y de la clase de líderes que tenemos.

*Pastor baptista y antiguo aspirante demócrata a la presidencia de EEUU.fTribune Media Services.Traducción de Xavier Nerín.