Estoy en total desacuerdo con la decisión de los dos grandes partidos de no exigir la comparecencia del ex presidente Aznar en la Comisión investigadora del 11-M, que ahora retoma y quizá finaliza sus trabajos. No entiendo ni entenderé por qué el PSOE adopta esta actitud, como si tuviera algo que temer --que no tiene-- de las ya inexistentes declaraciones de quien era presidente del Gobierno cuando ocurrió la masacre.

En cambio, entiendo muy bien por qué el PP no ha querido la comparecencia. Aznar nos dejará huérfanos de unas inexcusables explicaciones sobre por qué bajó la guardia en la lucha contra el terrorismo islamista, por qué no convocó de inmediato al Gabinete de Crisis, al Pacto Antiterrorista y a las fuerzas parlamentarias, por qué llamó a los directores de los medios informativos para asegurarles que había sido ETA, por qué ordenó a la ministra de Exteriores que propiciara una declaración de la ONU señalando a ETA como autora y condenándola...

Lo único que se me ocurre para explicarme la actitud del PSOE es que quizá en ese partido estén convencidos de que los españoles no necesitan más para saber con certeza que el Gobierno de entonces nos mintió en aquellos cuatro días y lo ha vuelto a hacer durante las sesiones de la Comisión y ahora mismo. Es posible, pero creo que esos mismos españoles se merecían un trato menos político y más ajustado al rito de la verdad. Aunque sea cierto que lo que Aznar pudiera decir no añadiera nada sustantivo, como puede colegirse por los resultados de la primera encuesta política postvacacional, que este lunes difundía la Cadena SER, el famoso Pulsómetro. Según el sondeo, el PSOE aventaja en 7 puntos al PP (44,5 frente a 37,5%) en intención de voto, Zapatero aprueba con un 6 y Rajoy suspende con un 4,9 y el Gobierno obtiene un 5,6 y el PP un 4,6.

Además, y esto es muy importante, el 67% (4 puntos más que en junio) sigue pensando que el cambio político era necesario. Cifras contundentes, desde luego.

*Periodista